jueves, junio 22, 2006

Invitación a pensar.



20 de Junio: ¡Día de la badera!
Un regalito, el monumento a la bandera en rosario.
Un pequeño tributo a Manuel José Joaquín del corazón de Jesús Belgrano, nuestro creador de la bandera, un verdadero patriota que no salió con la camiseta de argentina en un mundial, sino que luchó por su libertad.
Hermosa y radiante la celeste y blanca, como siempre. Imperial sobre nuestras tierras.



Dedicado a ese profesor especial que me hizo la inivtación primero, y a todos los que se unen a ella.
Hace días, mi profesor me invitó a pensar, comenzando la invitación con una hermosa canción llamada: Parte del día.
Recién hoy me pongo a pensar… pero ¿pensar en qué? Nunca está de más pensar, hurgar en nuestra mente, sumergirnos en nuestros pensamientos.
Pensé y busqué, como siempre, nada se me aclaró… al regresar de mi mente, me encontré llena de preguntas.
Escuché tantas cosas hoy, que vuelvo a ellas, en el recuerdo de lo que mi memoria grabó.
Ya no sé nada… ¿estaré buscando mi propia identidad? o ¿soy una persona en etapa de metamorfosis adolescente? A veces me siento débil, frágil, vulnerable a todos, o tras veces algo ácida… intento ser positiva, pero mi persona se asemeja a un iluminista.
¡Lo que resurge a la luz cuando uno nos hace una invitación como esta! Comienzo a conocerme, o a aceptarme.
Hoy, una profesora me relató un hermoso canto; y ahí comprendí que las personas de letras (ya me considero de ellas, porque al grupo del habla seguro no pertenezco) llevamos la vocación por dentro, insaciable, porque como Yupanqui decía nuestros sueños “se nutren de su propia luz”. Nos llevamos a la tumba todas nuestra letras, todas esas poemas que no pudimos dedicar, todas esas cartas que no llegamos a enviar, todos esos escritos cuestionando, argumentando nuestras ideas.
Hoy, una amiga me dijo la verdad sobre el rencor; una persona que lo guarda es porque en realidad, siente algo de odio… mi ingenuidad creía que por más que uno intentara no odiar, una herida profunda basta para recordar continuamente nuestro dolor, impidiendo perdonar. Sigo con la duda… ¿o será que necesito justificarme? Perdonar es de valientes, lo sé. Pero ¿qué hacer cuando uno necesita perdonar, pero su corazón caprichoso se lo impide? ¿Es puro, inocente, o hay que condenarlo de culpable? ¡Culpable! dijo mi amiga.
Hoy, aprendí que hay muchos locos sueltos… muchos irresponsables que tienen a cargo valiosos elementos. Muchos dementes, que hablan sin saber, porque solo ven lo que ellos quieren. Que no llegan a codificar con el idioma del alma la profundidad y esencia de las cosas. A ellos, hay que dejarlos ser libres ¿para qué discutir? Es inútil.
Hoy aprendí que los avances tecnológicos no son del todo nocivos. Que un mensaje de texto cálido, puede ser cariñoso, pero también un alerta.
Hoy aprendí del televisor… una frase quedó resonando con su eco en mi cabeza “yerba brava nunca muere” No sé si es verdad… supongo que no, por el echo de ser personas tendemos a exagerar todo lo malo que tiene la vida… Es que hay que tener espíritu para ver solo lo bueno en esta vida. ¿¡Cómo es eso que los villanos siempre se salen con la suya?! Algo me huele mal en esa frase común. Desde chiquita la religión y los mayores me decían que debía portarme bien, y la verdad resultó ser más fácil que portarme mal. Ahora hasta a veces elijo el camino más difícil… aunque a veces se llega igual, vale el esfuerzo que pone cada uno, además, todo hecho es importante para aprender de él.
No es que fuese una niña buena, sino que me pesa en el pecho cuando cometo algún error. No algún error humano, sino debería ser una suicida en este momento, sino un error espiritual… Siendo indiferente, discriminando, hiriendo, maltratando, juzgando…
Que la paz interior comienza con la paz con el mundo externo. Que no hay nada más placentero que dormir con la conciencia tranquila. Pero ¿Y las malas hierbas que pueden dormir? Dos cosas; a los que no pueden dormir, se les puede perdonar… pero a los que duermen tranquilos no, porque eso indica una irregularidad en sus valores, una persona que no se avergüenza de sus defectos, tiene los valores trastocados.
Hoy aprendí que el brillo en la mirada de mis amigos no la cambio por nada. Que hay falsos rubiés, que actúan quedándose con vos, para partir mientras te dormis en su confianza, con el pirata que tiene el cofre. ¿Qué es lo que queda? La desilusión, nada que no pueda rellenar los otros cristales y zafiros que llevamos en el alma, los verdaderos amigos.
Hoy aprendí que nada termina con la muerte… depende de la grandeza de tu alma, o de la estupidez humana, el recuerdo… Hitler murió, y todavía hay millones de racistas deambulando por las calles, Lennon murió y personas de todo el mundo cantan sus canciones, Luther King falleció hace rato, y los pacifistas continúan con su marcha, Andersen pereció y sus cuentos siguen conmoviendo a todas las personas, Favaloro se suicidó, y mucha gente sigue viviendo recordándolo con cada bypass que los salva, Jesús murió crucificado e infinito es el número de creyentes que tienen fe en él.
Hoy aprendí demasiado con una simple invitación ¿O es que tenía alguna poción mágica escondida?
¿No les digo? Estoy llena de dudas. ¿O son afirmaciones escondidas entre signos de pregunta para apaciguar mi juicio?

sábado, junio 03, 2006

Malvina, Soledad y Almas Heroicas.


Así como la espesa niebla antártica nos impide una clara visión, del mismo modo actúa el olvido.
Más de veinticuatro años, una guerra deja graves secuelas.
Este año por primera vez, se declaró feriado nacional el 2 de abril. Como todo feriado, en las compañías turísticas, los teléfonos no cesaron de sonar, y al poco tiempo las vacantes limitadas desaparecieron.
No sé si el presidente tomó una buena decisión, solo diré que soy de la opinión de los que dicen que sin feriado, los hechos se recuerdan mejor.
En esta sociedad autómata, sistematizada, es difícil que alguien se ponga a reflexionar sobre lo sucedido hace años en aquella misma fecha.
Cuando llega algún esperado feriado, surge la diversidad de opinión.
Están los que semanas atrás sacaron el pasaje para la costa y esperan con ansias aquel día.
Están los conservadores que refutan la actitud anterior.
Están los habladores y envidiosos que objetan con que ese día conmemorable es para pensar, reflexionar y NO OLVIDAR. Los que se oponen más fuertemente con la primera idea.
Están los que cansados de la rutina, que luego del trabajo, de tanto esfuerzo, aprovechan el día libre para descansar.
Están los que se comprometen y le dedican una fracción de hora para recordar lo ocurrido. Ese hecho tan importante que logró un día inhábil para su nación.
Por último están los que pertenecen a las combinaciones de algunas de estas ideas. O de otras que no escribí.
Pero al pasar el tiempo, la niebla fría que aparece sigilosamente casi sin darnos cuenta, las personas olvidamos la verdadera validez de aquel día y en lo único que pensamos es en el “feriado” como día no laborable.
Pero el 2 de abril, es un día importante. Es el día en que las fuerzas argentinas recuperan el control de las islas. De esas tierras insulares que nos habían usurpado.
La celeste y blanca orgullosa de sus hijos, se mostraba imponente en cada rincón.
Pero de la noche a la mañana esa visión despareció. Aviones, bombardeos, caídas, sangre, muerte, frío, hambre… era la imagen que reinaba.
Como si fuese una antítesis, épocas así, son mejor olvidar. ¿Para qué recordar tanto sufrimiento? Sin embargo, es muy importante recordar. Compartir el dolor de toda la gente que no solo perdieron una porción de tierra, como muchos de nosotros. Aprender de lo pasado.
No es importante saber cómo moría la gente, tanto en la guerra como en la dictadura. Sino, comprender el error, aprender de ellos.
La guerra es el mismo infierno, quien va a la guerra, deja su alma allí. Es difícil comprender a un veterano. La mayoría está tan ajena a todo eso, que nos parece común la vida de ellos. Y sin embargo, no lo es. No lo es para nada.
Un veterano, no es una persona que fue a luchar a la guerra. La palabra veterano, no sé si etimológicamente, pero globalmente, abarca muchísimos conceptos.
Un veterano es una persona más que valiente. Que estuvo dispuesta a dar su vida por su patria. Sin siquiera saber qué es una guerra.
Es un héroe.
Un minuto de silencio para los caídos en Malvinas. Nunca me gustó esa frase, y no es solo el hecho de respetar almas que ya no están. Sino, la palabra caídos. ¿Caídos? Aquellas personas que dejaron sus vidas en esas islas, que están bajo la lápida de “Soldado reconocido ante los ojos de Dios” o que descansan bajo la tierra insular, no tienen nada decaídos. Más allá de haber participado en una guerra, esas personas significan el orgullo y dolor argentino.
La bandera argentina lloró gotas de sangre. El espléndido cielo celeste y su sol brillante, quedaron ocultos tras una mancha roja.
“Elevados” “Ascendidos” los llamaría yo. Porque pelearon por una causa que creían justa. Defendieron sus ideales y dejaron la vida por ellos. Como si fuera poco, para defender sus aspiraciones debieron partir a la guerra. ¿No merecen ser llamados “Elevados” en vez de caídos? Como ángeles que luego de perecer en la guerra se elevan al cielo y reciben la gloria. Por que sea la religión a la que pertenezcamos ¿Después de haber estado en la guerra, de veras creen que existe un infierno? Habría que preguntarle a Dante si presenció alguna.
“El proceso” llamamos a aquel lapso de tiempo, para algunos solo unos años, para otros, la vida entera.
El proceso de borrar, porque tantas cosas se ocultó, tantas cosas no se saben aún, tantas desapariciones se ejecutaron, que pocos saben la realidad. La verdadera, no la que aparece en los libros. No obstante, repito, y remarco la idea del antítesis, no habría que borrar ni el efecto, ni el fruto, ni la derivación del aquel inmundo proceso.
Cuando llega el 2 de abril nadie se acuerda de aquellos que con miedo, con tristeza o con orgullo dejaron sus hogares sabiendo que no iban a volver, o con esperanzas de volver alguna vez, dejaron sus almas allí.
La mayoría solo se centra en las Malvinas, la porción insular que nos corresponde. O se esmera maldiciendo a los ingleses, pero pocos recuerdan a las almas todavía con penas que sufrieron hace veinticuatro años atrás. Porque ¿Cuántas madres perdieron hijos, cuántos hijos, padres, cuántas esposas quedaron viudas?
Quizá me equivoco, no lo dudaría, soy humana, pero cuando escribo, transcribo mis sentimientos sin censurarlos, por eso casi siempre son personales, pues no deseo herir a nadie con mis palabras.
Empero desde mi posición, sostengo que muchas personas gratificaron mucho más al equipo de fútbol del 86 mucho más de lo que lo hicieron con los verdaderos valientes, soldados de Malvinas. ¡Como si una guerra se pudiese comparar con un partido de fútbol!
Las estadísticas afirman que el numero de los suicidios de los sobrevivientes de las guerras, superan al de los caídos (sigo rechazando esa mención) en las mismas.
Demasiado dolor, sufrimiento, pesar, angustia e intranquilidad deben tener, como para que la sociedad les agregue más dificultades para sobrevivir.
Sobrevivir es una manera vulgar de calificar al engaño a la muerte, pero ella es tan dañina que por donde quiera que pase, deja huellas. Huellas difíciles de borrar. Huellas que permanecen, bien marcadas hasta el final.
Una guerra debe ser difícil de explicar, ni dos tomos de libros enteros bastarían para describirla. Pero no debe ser muy estimulante, permanecer en un lugar donde tus compañeros hoy están, mañana ya no. Donde debes optar por matar o morir.
En esos lugares rondan por siempre las almas, los pedazos de almas extraídos, las alegrías robadas, las esperanzas esfumadas.
Por eso, Malvina y Soledad, como tantos otros argentinos, desaparecieron del mapa en la última dictadura militar.
Porque cuando las guerras se generan por algo material, como fueron aquellas tierras, luego éstas, nos sirven para nada. El espacio queda corrompido. Su valor es insignificativo, ante el de la vida de cada soldado, tanto inglés como argentino.
Porque cuando se juega con la vida de una persona y se la rebaja a la altura de una porción de tierra, como hicieron los militares con las almas perecidas, es mejor olvidar la tierra, retribuir a los soldados.
No soy nadie para decirle a alguien que debe hacer en un feriado. Pero sí les doy un consejo. En esos días donde el patriotismo debería estar bien alto, háganse un momento y escuchen a los que saben… porque una verdad, nadie se cansa de divulgar.
Hace poco tuve la oportunidad de participar en una charla que brindaron los honorísimos veteranos de guerra de Lomas. Comencé a tomar conciencia de lo poco que conocía.
Eran seres humanos, sin nada que envidiarles a los semidioses: capaces de atravesar el infierno y volver a la vida.
Con una valentía poco ordinaria y una fuerza envidiable.
Mis ideas se aclararon un más en mi mente, luego de escucharlos. Solo una cosa me perturba: aquel sonido grabado de uno de los bombardeos.
Si a 24 años, sentada en un teatro rodeada de compañeros se me eriza la piel, me agarran escalofríos e imágenes violentas se me aparecen en ilusiones, no quiero imaginar lo que sufrieron ellos y lo que siguen sufriendo. ¡Qué hombría deberán tener para tener que revivirlo cada vez que nos lo deben mostrar a nosotros los jóvenes!Para finalizar pido perdón públicamente por toda mi ignorancia.