"Oid mortales el grito sagrado: ¡Libertad, libertad, libertad!"
Vicente López y Planes. (1812)
Resulta que hace unos meses me picó un adenovirus en el ojo y me agarró una conjuntivitis de las peores según el doctor, y después de curarme me quedó una cicatriz que me hace ver borroso, desde entonces que me pongo corticoides y tengo que ir cada mes, mes y medio a ver si desapareció la cicatriz.
La última vez que fui estaba lleno de gente pero como tenía tiempo decidí esperar. Hice la cola, pagué el bono y me fui a sentar donde encontré un lugar, a que me llamaran.
Al lado mío había "una Carlitos"; cuarentona, flaquita, de un rubio desteñido, voz ronca y usaba unas gafas como vincha. A penas me senté largó el primer suspiro que sonaba a rugido.
Impaciente, movía sus pies inconscientemente y giraba la cabeza hacia los lados. Se dio vuelta y conversó con las de atrás.
-Que lentos que son, hay sólo tres doctores y todos nosotros, se podrían apurar ¿no? mirá cuántos somos.
-Si, esto no es nada, más temprano era el triple.- le contesta una señora que venía a atenderse con la hija y con la sobrina.
-Ah, ¿hace mucho que están?
-Desde las diez menos veinte.
-¿Desde las diez menos veinte?
-Si, pero ahora queda menos gente pero se va a hacer más rápido seguro.
Larga otro rugido y dice- Encima con este calor y el aire no está prendido.
-Si, no hay ni una ventana abierta ¿sabés qué? es un caldo de cultivo y todos con conjuntivitis.
-Yo no tengo conjuntivitis- dice "la Carlitos" y me mira que es estoy a centímetros porque tampoco había mucho lugar. Varios estaban parados.
-Yo tampoco tengo conjuntivitis- le dijo para que se quede tranquila.
- Espero no pescarme nada acá ¿Te dijeron cuanto había de espera?- me pregunta.
-No, no me dijeron nada.
Vuelve a rugir. Festejaba en voz alta cada vez que un paciente abría la puerta del consultorio para irse -Vamos, así me gusta. Vamos más rápido más rápido. -Y a veces cuando la médica rubia salía a llamar a alguno decía- uh, esta es re lenta, mientras los otros despachan a cinco, ella todavía va por la primera. - después habla con otra señora que se le sienta del otro lado- No esto es intolerable che... peor que un hospital público y pagamos. Mirá esas las de la recepción una más tarada que la otra, y la gordita es más lerrrrrrrrrda, la otra vez le dije "me vas a cobrar o tengo que esperar todo el día" no, si pareciera que lo hacen apropósito, no quieren trabajar. Y mirá esta de acá la cara de traste que tiene... te estamos pagando querida, las que están en atención al público tienen que tener buena cara...
En un momento, una de las chicas de administración sale e intenta cerrar la puerta de entrada y "la Carlitos" desde su silla le grita: - No mami, dejame la puerta abierta para que entre un poco de aire o nos morimos todos acá.
-Está el aire prendido, por eso la cierro- le contesta.
-¿Dónde está prendido? Estará roto- grita ella y una señora de la primera fila con su abanico en acción la apoya con gesto afirmativo de la cabeza.
-Está prendido.
-Bueno, estará prendido pero no tira nada, no me cerrés la puerta.
-Está prendido y tiene ahí las luces encendidas- dice esto, cierra la puerta y se va.
-Ah no- grita "la Carlitos" al tiempo que se pone de pie y va hacia la puerta- nos quieren matar de calor estas taradas- dice para que todos la oigan y termina dejando la puerta abierta. Vuelve a su silla, o sea al lado mío y le dice a la señora de al lado- éstas porque tienen un aire ahí adentro para ellas, qué vivas.
Cada vez había más personas y "la Carlitos" se volvía intolerable.
-Ahí se va la rubia, es lenta eh. Mirá como camina, no puede ni caminar y quiere atender, con razón es tan lenta. Menos mal que se va. Ahora tiene que venir otro doctor porque hacen el cambio. Vamos a ver quien viene.
A los cinco minutos ruge de nuevo- Che, que lentos que son... encima ahora son dos médicos solamente porque se fue la tortuga. ¿Viste la cara que tenía? Yo nunca me atendí con ella igual, pero la ves como camina y ya te das cuenta.
-Y si, hoy en día la atención con el médico no es la de antes. Ni te miran, te preguntan mientras llenan los formulario, te ponen cara de nada.- le dice la señora de al lado.
-Si, los medico tienen que ser más cálidos. No podés ser un robot, atienden a gente encima que está enferma y busca un lugar agradable para curarse.
-La gente quiere que los escuche, que los atiendan bien, con respeto y con cariño.
-Y bueno, pero todo eso se perdió. Y el doctor de la sala uno todavía que no llega.
Cada vez que alguno de los otros dos medicos abría la puerta para despedir a sus paciente o para ir a buscar la nueva lista, decía: -Bien bien, vamos, uno menos. Apúrese doctor, vamos que me quiero ir. Apúrese.
En un momento una de las chicas de recepción, la misma del conflicto con la puerta, se acercaa un consultorio para dar un aviso y "la Carlitos" le grita - ¿Y? ¿Falta mucho para que venga el otro médico?
Por supuesto que puso un gesto de asco y ni la miró, volvió a meterse en su sector.
Ruge -Estas son más taradas, ni te escuchan, son bobas- gritaba apropósito para que la escucharan.
Se callaba cinco segundo y empezaba otra vez- Y mirá lo que te ponen Los Simpsons, ponéme el noticiero, ¿quién mira esta basura? Mi sobrino es un grandote de cuarenta años y dice que lo ve, se ríe y todo... pero miranos a nosotros ¿quién va a ver Los Simpsons?
En una de esas llega el tercer médico.
-Por fin. Uy... mirale el aspecto pobrecito... ¿ese es el doctor? yo lo vi pasar sin el delantal y ya me doy cuenta que es lento este, miralo. De acá no nos vamos mas.Vamos apurese doctor que nos queremos ir.
De pronto, todo sucedió muy rápido. Me encontraba de pie justo delante de ella, de mi boca salía una sombra negra, como si fuese una persona que le arrancaba la cabeza.
Solo escuché mi risa, un tanto desconocida para mí, no era la de siempre.
"La Carlitos" se levantó y se metió en el consultorio numero uno, con el último medico que había llegado.
Noté que la gente me estaba mirando,no directamente, sino sentía más bien que me espiaban.
Y en ese momento de silencio absoluto lo comprendí.
Había estado bancandome todo desde el principio, creyendo que lo tenía todo bajo control... pero cuando empezó con lo de Los Simpsons, sentí que ya sería indomable. La puerta que custodiaba mi cordura se había abierto, mi paciencia que la custodiaba se había vencido, y se desparramaba por el piso.
El grito es signo de que el hombre es un animal. En él encierra, o más bien libera su naturaleza rústica. Es una voz que no le pertenece, sin embargo es lo más natural que puede expresar. Es la negación de su historia. La represión de eso con lo cual uno nace, del origen. Es como si en una cueva, dentro del ser se escondieran los ancestros, sabios, que salen cuando el cuerpo lo necesita. Como algo prohibido que debemos encerrar.
Estaba fuera de mí. Y era precisamente el espíritu que sensatamente salía de mí. Como si esa puerta se hubiese abierto y saliera de allí un concierto de voces de la selva.
Ahí recordé lo que había sucedido, el primer paciente que el tercer medico llamó era "La Carlitos". Yo, sin mediarlo previamente, casi, como involuntariamente me paré y la señalé. Le grité - Por fin te toca conchuda, ya no te tenemos que soportar más- y lo último que hice fue reirme, con una risa que no era mi risa... era la de la naturaleza.