martes, septiembre 08, 2009

Perfil de la villana más malvada.

Porque me encontré con ella mientras hacía unos brownies, por eso lo puedo decir...
Puedo decir que es la más malvada, porque se acerca sigilosa. Mientras uno está concentrado en lo que más desea. Mientras tus ojos está abiertos, pero a la vez, soñando... la música más hermosa, crea un ambiente angelical, y en la boca, sientes aún el sabor del beso más dulce de todos. El momento exacto, cuando tarareas esa canción bellísima... el segundo exacto que tanto esperabas... que hace tanto esperabas...
Toda la energía que venías acumulando en cada latido, que escuchabas con suma atención... iba ascendiendo porque quería escapar y no podías contener. Esas ansias con las que tanto habías trabajado, permanecen un rato en tu garganta... esperan, que la varita mágica les pase por arriba y se conviertan en un grito de realidad.
Todo eso es lo que espera ella... En ese momento en que suena la primera nota, que es a penas un sonido apagado, pero contenido por tanto tiempo...
Usa su poder para transformar toda la magia, en lagrimas negras y pesadas. De las que caen con fuerza y se rompen cuando chocan con lo que encuentran, si no es antes un pañuelo.
Entonces el día pierde el sol, y todo su color. Se nubla... se oscurece... y todo, el pasado y el futuro, posee tonos de amargura...
¡Con que fuerza se llora cuando uno se desilusiona! Cuando todo lo que había planeando con tanto esfuerzo y había visualizado, un final feliz, se echa a perder. En ese paisaje, no puede crecer ninguna flor. Y tampoco escuchas a lo lejos, el eco, de la esperanza... alguien te alienta.
Los huevos que habías batido con tanta energía... el chocolate, la harina, la manteca... el azúcar... los mimutos que esperaste frente al horno... la dedicación, porque siempre se hace pensando en alguien especial... Todo se desarma cuando no sale bien.
Reprimes las ganas de llorar, mientras desarmas con furia, lo que quedó de la torta quemada por un lado, y cruda por el otro. Con fuerza clavas el cuchillo, y se parte en trozos desparejos.
Sólo después de llorar y pensar en que todo fue en vano, decides no resignarte y pruebas un bocado de la torta maltratada. Y mientras la saboreas piensas, ¡menos mal que no la tiré a la basura!

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