domingo, octubre 11, 2009

De Janeiro.

El día que te desnudaste frente a mi, sólo vi tus ojos.
De un marrón hermoso, tan cual el barro. Simple y natural.
Fue la entrada a tus pensamientos, ya me habías dado la llave.
Mis sentidos parecían perderse ante tanta belleza.
Una cálida música me da la bienvenida. Son campanas y copitas cantando al chocar. Producen cierto sonido tranquilizador que va tomando fuerza muy despacio.
Mientras escuchaba esto, lo vi todo, como en una película animada.
Tu sueño, el más secreto, el más bonito.
Todos tus miedos convertidos en simpáticas bolas negras de polvo, elevándose. En fila, huyendo, hacia el cielo despejado, con luna llena, como en un ritual programado, con la música que las guía hasta perderse.
En medio de la noche, vos, apoyado sobre el árbol más viejo, en la sombra que proyectaba... muriéndote de risa, en una carcajada, hasta exagerada.

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