jueves, octubre 14, 2010

Por qué escriboiría… Sparring.

Texto afanado de laboratorioescrituraasunzion.blogspot.com
pasen y vean como se zarpan los hermanos.

Quisiera agarrarme a trompadas con la escritura.
Que me duela.
Tomarla como compañera y entrenarme con ella para el oficio de la necesaria.

Me encantaría, es cierto, darle golpes bajos, y que le duela. Si la hago hombre uno que otro golpe en sus huevos. Saber de sus gritos, escuchar cómo son los gritos cuando le duelen los huevos a la escritura.
Nunca la dejaría sin aliento, no por lo menos ahora en que necesito precisamente de su aliento.

Como buena compañera ella me daría sus golpes en mis riñones. Me dolerían las tripas, las entrañas… el vientre! Justo ahí desde donde se sufre el mundo que perece y se da vida entrelazada.
Quisiera que con su izquierda me propine ese dolor tantas veces experimentado en mis hermanas y hermanos poetas cuando escriben “hambre”. (Para que si llegase a escribir, alguna vez, la palabra hambre, nunca nunca se me olvide y siempre tenga presente, que en esa palabra hay dolor de muchos. Como ahora mismo. Porque, precisamente, si quiero aprender con ella, es para que si alguna vez tenga que escribir “desaparecidos”, me enseñe la forma de la manera en cómo hacerlo sin decir, sin escribir, al mismo tiempo ¡Presentes! Que lo están).

Quiero dolerle yo su cosa, es cierto. Pero que quede claro también por qué.
A veces la veo tan envuelta en peleas, guerreando con la dominante, a escupitajos con la hegemónica, que la ilusión es contribuir pa la batalla en la que se encuentra, porque la lucha suya también es Revolución!

Entre nosotras no habría esto de vencedores-vencidos. Es otro nuestro oponente principal. Antes de empezar, haríamos calentamiento, y por eso les expropiaríamos algunas frases y construiríamos con ellas un saco más que de arena de polvo. El saco lo llenaríamos con frases como los pobres son pobres porque no quieren trabajar, todos los campesinos son haraganes, los indios deben desaparecer, pero sobre todo juntaríamos lo más que pudiésemos esa frase que tanto abunda en cartelitos, los diarios, las tranqueras, en los alambrados: propiedad privada.

Esas, las más fáciles pero al mismo tiempo las más duras, son con las que haríamos calentamiento, para que nuestro puño cerrado se haga más fuerte a la hora de los golpes con el Kapital.

Después de tanto sudor y sangre, nos tomaríamos ducha de relajar, e iríamos a tomar cerveza en algún que otro bar.

Salud!

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