A mi tocaya, te escribo solo para confesarte, uno de los amores más puros y verdaderos que puede llegar a sentir el ser humano. Me corrijo, un amor real. De los que se pueden tatuar, sin temor a querer borrarlo luego. O de los que no se tatúan porque quedan inscriptos en lo más hondo del corazón. Un amor, pareciera abstracto, pero firme. Mi amor es mi patria, porque así lo pienso. Mi pasión es mi patria, porque así lo siento. Sacando las estupideces que se me vienen a la cabeza, de mi Romeo ideal, con su ambo, sus rulos negros, ojos marrones bajo las tupidas cejas oscuras… yo pienso… cómo formaría un Romeo ideal… mmm… no lo sé… por empezar le cambiaría el nombre, y así empezaría a cambiar la historia. Podría llamarse Cruz… Juan Cruz, quizá. ¿El resto? Sus características… Y… sin dudarlo mucho, haría una mezcla de los 4 héroes que más admiro, y que oh casualidad amaban mi patria. Algo de José Panchito y sus patillas, un poco de Manuel, de René y de Rodolfo. Es una locura, como el aire del mundial, donde todo transpiramos la camiseta y el tiempo se detiene, y las calles se desnudan. Es eso, la pasión. Como la vez que llegué a idolatrar tanto a Rodolfo que pensé que lo amaba. Lo recuerdo risueña. Más de los poemas que le puede haber dedicado a Yeyo, Facu o Clau, muchísima más dedicación. Llegué a delirar y soñar que era mi profesor… la historia es conocida, y nunca culminó… nunca pude preguntarle si de verdad era él, porque los ojos verdes de Pocha no inspiraban comprensión. Dudaba en mi inseguridad, cuando mi organismo decidió ponerle fin al asunto y ahí me desperté.Es tierno, cuidar un amor así. Un amor compartido del cual uno nunca se pondría celoso. Es amar el cielo, es amar el sol…
¡Ay Julieta! ¡Hay tantas cosas que cambiar para comenzar a mar!Es un compromiso y es la lealtad que juramos el día que todos recuerdan a Manuel, que mira desde los sucios billetes de diez. Es el amor, que tanto defendió José Panchito, con el corazón tirando para los afectos, pero el espíritu seguro de sus ideales… de lo que tendría que ser para no ser nada. Con el alma entera y los pulmones destruidos. ¡Ay Julieta! No es bueno que suspire tanto… pero soy idealista… si todos amásemos de esa forma, si todo aprendiéramos a amar… las cosas de hoy no sucederían. Es difícil… Es complicado… pero hay que tomar el camino del cambio. Moneda por moneda, abandonar el billete. Cambiar la mente, desde lo profundo.
Una guitarra y un buen mate, es lo que amo. Ellos, que pisan esta tierra, son lo que amo.
martes, marzo 24, 2009
miércoles, marzo 18, 2009
Mi presente, tu futuro regalo.
Eran vísperas de su cumpleaños número cuarenta y uno.
Regresaba a su casa desarreglado y ebrio. Solo. Se tambaleaba por las calles silenciosas y se mofaba de su propia situación. ¡Qué más daba! Estaba permitido ser patético sólo por esa noche, que era especial.
Un festejo adelantado por un año más de su miserable vida, pensaba entre trenes y conejos que revoloteaban por su mente, a la vez.
Daba pasos inconciente. Su cerebro se había apagado hace rato y sus párpados pesaban demasiado.
De no ser por aquella encantadora voz, se habría quedado dormido en el camino.
-¡Hey chico! ¿tienes fuego?- Preguntó un hombre que rondaría los treinta. Cabello enmarañado con rulos en revolución, habrían soportado varios vientos. De tez morena y piel curtida. Ojos cargados de compasión, hermosos, del color del río y de la tierra. Llevaba puesta una remera del Che y una bombacha de gaucho- ¿tienes fuego?- repitió pues no veía reacción alguna en aquel perdido oficinista.
-Ah, si, claro- se apresuró a responder con una estúpida gran sonrisa. Se desplomó a su lado en aquel banco de material. Había caminado mucho y estaba cansado.
Su desconocido acompañante dio una larga pitada y se regocijó de placer al exhalar lentamente toda la porquería del humo.
-Gracias hermano. De veras que lo necesitaba, me has salvado, no se como agradecerte.
-Puedes decirme: feliz cumpleaños.
-Oh, puedo hacer más entonces, puedo desearte feliz cumpleaños, o mucho mejor, puedo darte un obsequio, si me permites.
-Claro. No me hará daño, supongo.
-Claro que no, no es la idea definitivamente. Ahora, primeramente debes decirme cuántos años cumples.
-cuarenta y uno
-Bien, ahora, cuántos años has vivido.
-Cuarenta y uno.
-No. Cuántos años has vivido.
-¡Cuarenta y uno ya te he dicho!
-Tranquilo amigo, te explicaré. Dime, cuánto crees que has vivido, es decir en cuanto al tiempo aprovechado, si es que a ello llamas vivir. ¿De pequeño has vivido con más pasión o siempre fue igual? ¿Has soñado o has dormido? ¿Cuántas veces al día ríes? ¿Le has dedicado más tiempo a la televisión que a tu familia, tus amigos, tu amor? ¿Llevas los recuerdos dentro de ti o los has regalado al alcohol? ¿Cuántas veces amaste hasta llorar? ¿Has pensado más de lo actuado?
Los efectos del alcohol iban desapareciendo, comenzaba a reflexionar…
-¿Has visto que no es lo mismo? ¿Cuántos años has vivido? Este es mi regalo, ponlo en el tiempo vivido. Casi una hora perdida con un vagabundo que te ha pedido fuego. El tiempo se consume- dijo y colocó sobre su mano la colilla de cigarro todavía caliente- Vives tu vida o ella vivirá de ti. Es una perra, lo sé, pero se disfruta. Lo siento hermano, ahí viene mi bus. ¡Buena vida!- le deseó por último.
Una ráfaga de luz le quemó los ojos.
Los abrió con temor, todo estaba oscuro, no había rastros de aquel misterioso personaje, sólo su regalo, y la colilla… Algo desde su interior comenzaba a cambiar. Al siguiente día, comenzó a actuar.
Regresaba a su casa desarreglado y ebrio. Solo. Se tambaleaba por las calles silenciosas y se mofaba de su propia situación. ¡Qué más daba! Estaba permitido ser patético sólo por esa noche, que era especial.
Un festejo adelantado por un año más de su miserable vida, pensaba entre trenes y conejos que revoloteaban por su mente, a la vez.
Daba pasos inconciente. Su cerebro se había apagado hace rato y sus párpados pesaban demasiado.
De no ser por aquella encantadora voz, se habría quedado dormido en el camino.
-¡Hey chico! ¿tienes fuego?- Preguntó un hombre que rondaría los treinta. Cabello enmarañado con rulos en revolución, habrían soportado varios vientos. De tez morena y piel curtida. Ojos cargados de compasión, hermosos, del color del río y de la tierra. Llevaba puesta una remera del Che y una bombacha de gaucho- ¿tienes fuego?- repitió pues no veía reacción alguna en aquel perdido oficinista.
-Ah, si, claro- se apresuró a responder con una estúpida gran sonrisa. Se desplomó a su lado en aquel banco de material. Había caminado mucho y estaba cansado.
Su desconocido acompañante dio una larga pitada y se regocijó de placer al exhalar lentamente toda la porquería del humo.
-Gracias hermano. De veras que lo necesitaba, me has salvado, no se como agradecerte.
-Puedes decirme: feliz cumpleaños.
-Oh, puedo hacer más entonces, puedo desearte feliz cumpleaños, o mucho mejor, puedo darte un obsequio, si me permites.
-Claro. No me hará daño, supongo.
-Claro que no, no es la idea definitivamente. Ahora, primeramente debes decirme cuántos años cumples.
-cuarenta y uno
-Bien, ahora, cuántos años has vivido.
-Cuarenta y uno.
-No. Cuántos años has vivido.
-¡Cuarenta y uno ya te he dicho!
-Tranquilo amigo, te explicaré. Dime, cuánto crees que has vivido, es decir en cuanto al tiempo aprovechado, si es que a ello llamas vivir. ¿De pequeño has vivido con más pasión o siempre fue igual? ¿Has soñado o has dormido? ¿Cuántas veces al día ríes? ¿Le has dedicado más tiempo a la televisión que a tu familia, tus amigos, tu amor? ¿Llevas los recuerdos dentro de ti o los has regalado al alcohol? ¿Cuántas veces amaste hasta llorar? ¿Has pensado más de lo actuado?
Los efectos del alcohol iban desapareciendo, comenzaba a reflexionar…
-¿Has visto que no es lo mismo? ¿Cuántos años has vivido? Este es mi regalo, ponlo en el tiempo vivido. Casi una hora perdida con un vagabundo que te ha pedido fuego. El tiempo se consume- dijo y colocó sobre su mano la colilla de cigarro todavía caliente- Vives tu vida o ella vivirá de ti. Es una perra, lo sé, pero se disfruta. Lo siento hermano, ahí viene mi bus. ¡Buena vida!- le deseó por último.
Una ráfaga de luz le quemó los ojos.
Los abrió con temor, todo estaba oscuro, no había rastros de aquel misterioso personaje, sólo su regalo, y la colilla… Algo desde su interior comenzaba a cambiar. Al siguiente día, comenzó a actuar.
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