Eran vísperas de su cumpleaños número cuarenta y uno.
Regresaba a su casa desarreglado y ebrio. Solo. Se tambaleaba por las calles silenciosas y se mofaba de su propia situación. ¡Qué más daba! Estaba permitido ser patético sólo por esa noche, que era especial.
Un festejo adelantado por un año más de su miserable vida, pensaba entre trenes y conejos que revoloteaban por su mente, a la vez.
Daba pasos inconciente. Su cerebro se había apagado hace rato y sus párpados pesaban demasiado.
De no ser por aquella encantadora voz, se habría quedado dormido en el camino.
-¡Hey chico! ¿tienes fuego?- Preguntó un hombre que rondaría los treinta. Cabello enmarañado con rulos en revolución, habrían soportado varios vientos. De tez morena y piel curtida. Ojos cargados de compasión, hermosos, del color del río y de la tierra. Llevaba puesta una remera del Che y una bombacha de gaucho- ¿tienes fuego?- repitió pues no veía reacción alguna en aquel perdido oficinista.
-Ah, si, claro- se apresuró a responder con una estúpida gran sonrisa. Se desplomó a su lado en aquel banco de material. Había caminado mucho y estaba cansado.
Su desconocido acompañante dio una larga pitada y se regocijó de placer al exhalar lentamente toda la porquería del humo.
-Gracias hermano. De veras que lo necesitaba, me has salvado, no se como agradecerte.
-Puedes decirme: feliz cumpleaños.
-Oh, puedo hacer más entonces, puedo desearte feliz cumpleaños, o mucho mejor, puedo darte un obsequio, si me permites.
-Claro. No me hará daño, supongo.
-Claro que no, no es la idea definitivamente. Ahora, primeramente debes decirme cuántos años cumples.
-cuarenta y uno
-Bien, ahora, cuántos años has vivido.
-Cuarenta y uno.
-No. Cuántos años has vivido.
-¡Cuarenta y uno ya te he dicho!
-Tranquilo amigo, te explicaré. Dime, cuánto crees que has vivido, es decir en cuanto al tiempo aprovechado, si es que a ello llamas vivir. ¿De pequeño has vivido con más pasión o siempre fue igual? ¿Has soñado o has dormido? ¿Cuántas veces al día ríes? ¿Le has dedicado más tiempo a la televisión que a tu familia, tus amigos, tu amor? ¿Llevas los recuerdos dentro de ti o los has regalado al alcohol? ¿Cuántas veces amaste hasta llorar? ¿Has pensado más de lo actuado?
Los efectos del alcohol iban desapareciendo, comenzaba a reflexionar…
-¿Has visto que no es lo mismo? ¿Cuántos años has vivido? Este es mi regalo, ponlo en el tiempo vivido. Casi una hora perdida con un vagabundo que te ha pedido fuego. El tiempo se consume- dijo y colocó sobre su mano la colilla de cigarro todavía caliente- Vives tu vida o ella vivirá de ti. Es una perra, lo sé, pero se disfruta. Lo siento hermano, ahí viene mi bus. ¡Buena vida!- le deseó por último.
Una ráfaga de luz le quemó los ojos.
Los abrió con temor, todo estaba oscuro, no había rastros de aquel misterioso personaje, sólo su regalo, y la colilla… Algo desde su interior comenzaba a cambiar. Al siguiente día, comenzó a actuar.
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