Silencio al fondo de la galera,
ningún conejo va a cambiar mi suerte,
pensás.
Te equivocás.
No es el conejo en sí,
sino quien lo pone,
el mago que encanta, ilusiona,
te está transformando.
te está transformando.
Tampoco es silencio,
es susurro,
el silbido de algún tango a lo lejos.
Te está encantando, no le creas.
No le mires los ojos tibios,
no le mires las arrugas a los costados,
te sonrién dulcemente,
te encantan. No le creas.
Te dedica un poema, no lo leas.
Te encanta, no le creas, no lo mires.
Te dedica una canción,
sobretodo si son azules los primeros acordes,
sobretodo si es "I wish you were here"
acordate, ni lo escuches, no le creas.
Tarde,
lo dejás atrás, mirás a tu espalda y desaparece,
giras, y su rostro aparece adelante tuyo.
Tarde estas palabras.
Te tocó la vara.
Convirtió tus lágrimas amargas,
en talveces verdes.
Al final de la galera, estaba la respuesta:
Al final de la galera, estaba la respuesta:
Te dijo que la felicidad dura lo mismo que Pueyrredón,
entre Córdoba y Corrientes,
Le creíste, te encantó.
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