lunes, julio 06, 2020

Creer es cosa de locos.

Sospecho que las personas más locas de todas, son aquellas que creen.
Esto las hace poderosas e invencibles.
Hace que el resto en cierta forma, les tema. El miedo que es el motor del odio, genera el aislamiento, la persecución. Es peligroso que el mundo este lleno de locos deambulando libremente, por eso es que siempre se los quiere encerrar. Sería un mundo de locos.
Tenía una compañera de iba a esta huevada de acción social, donde conocía mucha gente. Y muchas bocas, y mucho chape. Entre otras cosas calculo. Yo la envidiaba por eso... y es que en ese momento yo no creía tener tiempo para el chape aunque en el fondo quería. Ella tenía un novio que había conocido en esos encuentros... y siempre me acuerdo que se había hecho un tatuaje de una frase gigante en la espalda que decía "Dios conmigo ¿quién contra mi?" Me impresionó el tamaño de la frase. La palabra dios que debe ser una de las más tatuadas en todos los idiomas, en todo el mundo. No hay mucho más para decir de esto. No tiene remate. Y es que porque una frase así no tiene remate. Ese tipo era un creyente. De esos de actitud inimputable, indiscutible. No lo conocí, pero tampoco me cabe la duda.

La religión en mi vida fue impuesta desde antes que empezara a leer, yo ya cantaba canciones sobre Jesus y el Cordero y La dulce doncella. Creo que en esa época no creía de verdad, sino que creía que creía. Ahora, solo tiempo para creer en mi, y me cuesta trabajo.
Me sorprende la gente cree con esa fuerza de convicción.
De hecho, esa capacidad asombrosa, me parece increíble.

Esta semana, mas bien, en el mismo día, escuché tres historias de creyentes en la salita. Y sentí un poco de calor iluminaria, con solo escucharlas.
Bailo con las palabras. Conjugar los verbos en un momento era mi pasión. Es automático, pero esa serie repetitiva del origen de las palabras me da paz en cierto sentido.
Me acuerdo que pasaba horas conjugando verbos en griego, y me fascinaba. Era todo muy simple, pero yo le ponía entusiasmo.

Yo creo. Con jugar. Un verbo. El principio. La raiz y la terminación, es lo que cambia en el ejercicio. El que cree también crea.

S es un padre enloquecido de su hija menor. Vino a una consulta propia pero no paró de hablar de su hija. No nos conocíamos y me mostró hasta fotos de ella. Me contó que era una especie de milagro, y se le iluminó la cara. "Tuvimos un embarazo complicado" me dijo, que a los dos meses de embarazo, comenzó su pareja con un sangrado abundante y en la guardia, un médico le había dicho algo de la placenta. Que lo lamentaba mucho y que no habia mucho por hacer, pero que era muy probable que ese embarazo se pierda. S le dijo en ese momento al medico, que no estaba enojado por el diagnóstico, pero que él era muy creyente y que el embarazo iba  a seguir. Y estaba seguro.

N me contó que cuando era chica vivían en el campo... tenía pocos añitos pero recuerda que su madre comenzó a adelgazar de golpe. Estuvo internada un mes haciendose estudios, y se fue a su casa con diagnostico de cancer de hueso, en silla de ruedas, muy avanzado. N me dice que en ese momento escuchaban mucho la radio y su madre oyó una propaganda de una iglesia en Buenos Aires que tenían la cura que estaban buscando. Así juntaron plata, vendieron animales, y su mamá que nunca había salido de Neuquén se fue sola a su viaje a Buenos Aires con la maleta llena de fe. Allá un pastor la mando a buscar y le dijo que alguien había echado un mal en la puerta de su casa y que justo ella lo había pisado. Ella creyó en el pastor, creyó en la cura y sigue creyendo con sus ochenta y tantos de años...

M fue la ultima persona que atendí. Fue por una consulta muy rapida que no viene al caso y terminamos hablando de sus creencias, que transforma en acciones. Ella junto a algunas amigas de la iglesia, se juntan en esta epoca de aislamiento a cocinar. Tenía un espíritu maternal tan grande y tierno que me conmovió. No sólo cocina con lo poco que tiene para los que menos tienen, sino que además está pendiente de los pibes. De sus pibes y sus cabecitas. De sus cuidados, su higiene y sus cuerpitos. De su crecimiento. Su afán de cuidarlos llega a acompañarlos hasta sus hogares con la comida caliente para que no se quemen. Se queda afuera viendo como entran a sus casas con comida, mientras adentro oye que sus padres están allí. Y se queda pequeña aunque es enorme, como queriendo ingresar, pensando que siempre se puede hacer más. Creyendo que puede siempre hacer más.

Y es que la locura también es contagiosa. La gente que cree: tiene poder. Grita, canta, corre, persigue cosas. no se cansa, no se rinde. No los vence nadie, porque creer, da poder.

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