Por retratar este proceso tan hermoso.
Participamos de este video con algunas fotitos posando para mejorar el dolor durante el trabajo de parto.
Nuestro trabajo de parto. Lo hicimos en familia, entre lxs tres.
Embarazo; deseado siempre, planeado... no tanto.
Controles interprovinciales, adecuados y suficientes.
Factores de riesgo: ocupación de madre y padre.
El ser humano es una de las pocas especies pensantes que inventa fechas para celebrar como excusa reunirse en familia y consumir, pero que luego le genera angustia pensando en aquellos cuyos familiares faltan o carecen de fondos económicos, entonces termina haciendo colectas y caridad para sentirse bien.
Es curioso la emoción que genera la noticia de un embarazo. Se forma entre mujeres, que incluye madres y no madres, como una red de contención y sensibilización espontánea. Como una telaraña que se teje instantáneamente abajo tuyo. Y caen mensajes de amor, y hermosos deseos, y obsequios porque todo lo chiquitito es pura ternura, y muchos consejos y tips.
De golpe me escribe gente que no veo nunca, o no nos comunicamos muy seguido. Eso significa que basta las huellas en el corazón y no la cotidianeidad en el tiempo para los sentimientos verdaderos.
Y en base a esto se abre un abanico de colores en torno a la maternidad. Y aprendo de todas. De las madres, de las no madres, de las figuras maternas, de aquellas que romantizan la maternidad, aquellas que la sufren a veces, de todas, en fin que hacen lo que pueden. Y las escucho, y hay cosas que me guardo para mí, y otras que pateo para otro lado.
Cuán invasivos somos a veces al dar consejos para vida de otros, aunque sea sin mala intención. Sin ir más lejos, en las consultas médicas, damos miles de consejos entrometiéndonos en la salud y vida de otros, a veces de manera hegemónica, y por otro lado hacemos talleres de embarazo empoderando a las mujeres diciéndoles la verdad: que manden a cagar todas las sugerencias que rompen las pelotas. Hay cosas que solo una sabe, por instinto, por naturaleza, por lo que sea. Al final siempre las respuestas están dentro de una.
Es que en realidad la maternidad es un concepto histórico-socio-cultural, es una construcción que la gente va a haciendo según el momento en tiempo y espacio determinado. Lo que en definitiva se resumen en un juicio de tu comportamiento ante los ojos de otros. Esos otros que crecieron en un mundo patriarcal.
A lo que me refiero es que una siempre intentará ser mejor persona o es mala persona. Pero buena madre o mala madre, es una calificación que sólo se puede dar una internamente. El esfuerzo siempre es válido, así como los errores y el colapso mental.
El autocastigo, la autoexigencia. La culpa... también es patriarcal. Los hombres no deben sentir culpa en relación a la paternidad supongo o lo hacen en menor medida.
Esa es la madre que no quiero ser: La buena madre ante tus ojos, y bajo todos estos mandatos paleolíticos.
Quiero seguir siendo yo, pero madre. Transformada, si. Con más responsabilidades si, pero sin romantizar la esclavitud. Manteniendo mis pasiones, y los tiempos... qué difícil los tiempos. Tiempo para mí, tiempo para la lactancia, tiempo para dormir y después para soñar, tiempo de pareja, tiempo para escribir o cantar con Guido, tiempo de actividad fisica, tiempo para trabajar, tiempo para las tareas del hogar compartidas, tiempo para crianza y tiempo para cultivar. ¿Es mucho tiempo o cabe en 24 hrs?
Creo que así las madres se terminan convirtiendo en heroínas.
Sin alienarme ni privarme de nada. Manteniendo mi camino.
Quiero ser madre sin excusas de tiempo. (Y seguir compartiendo vida con los buenos amores de siempre)
La madre que quiero ser, soy simplemente yo.
En esta época hay aplicaciones en los celulares, para buscar personas y hacer un match. Básicamente, gente que busca gente con distintos objetivos, puede ver fotos y una pequeña descripción de su persona y cuando uno toca la imagen salta un corazón que genera un aviso a ésta persona, y este enlace permite que puedan iniciar una conversación. Virtualmente, claro. Como si fuera poco, uno puede modificar el radio de distancia de estas personas a alcanzar, de manera que puede encontrarse vecinos, o gente que esté en ese momento a pocos metros.
Pero todo esto ya lo saben. Es divertido, no lo voy a negar. Es como un folleto de natura donde ves el producto para consumir, y vas pasando el dedo. Una sola vez, mis amigos me lo bajaron al celu, pero no funcionó. Pusieron mal las distancias, me terminó escribiendo un brasilero y me aburrió.
Todo esto es muy tecnológico, y estas cosas generan mucha ansiedad.
Mi último match fue bastante distinto. Ni mejor, ni peor. A mi manera, siempre.
¿Cuándo fue la última vez que escribiste una carta? Yo escribo todo el tiempo cartas. Mucho menos de las que me gustaría. A veces las escribo en mi mente y no las envío. A veces envío sólo algunos renglones para no ser tan carnaza.
Decía entonces. A él, lo conocía del trabajo. Así que no tuve que poner ningún kilómetro de distancia. En realidad, esa la poníamos nosotros. El decía que no éramos muy cercanos (puteada), yo no me daba cuenta pero me encendía cuando estábamos juntos.
Le conocía la cara, así que no necesité ver sus fotos. Sin embargo, me contó cosas de su vida. Y yo me imaginé esas fotos de su historia y las quise tocar, para que aparezca el corazón.
Cuando me di cuenta que me quemaba por dentro cada vez que lo veía, lo hice. Le matcheé el alma. Le escribí una carta, se la dejé sin que se de cuenta en el bolsillo de la mochila el día que se iba de licencia por unos días a descansar. No stalkeé su album de fotos para ponerle un me gusta; le dejé mi corazón en esas letras. Intenté expresarle lo que yo sentía, a ver si le quemaban los ojos cuando lo leyera.
Con convicción, como me la juego pocas veces, pero sin dudar. Cuando se trata del corazón no hay mucho que debatir, uno tiene que avanzar y salir triunfante o hacerse mierda y revivir. Cuando hay pasión, en lo que uno siente, en lo que uno hace hay que escribir cartas con fuego. Porque esas cartas son las que escribimos nosotros y no esperamos del destino. Y ahí jugarla toda.
Como al hacer una inversión o apostar. Animarse (me gusta mucho esta etimología) a cambiar de amor, de trabajo, de lugar, de respirar, de actuar. A dar el primer paso.
Estos pequeños pasos, que cuestan una bocha, que uno da temblando pero con convicción interna, es la antimuerte. La carta escrita con fuego, de la jugada maestra que va a marcar tu vida.
Qué difícil igual, matchearse uno mismo, todos los días. Hay que hacer el ejercicio y contruir la imagen que nosotros mismos queremos. Hay gente que matchea a otros sin matchearse nunca a sí mismo.
Hay gente que le pone un me gusta a las fotos de sus días, de sus relaciones, de sus rutinas... por costumbre. Esta es la antivida.
En fin, como no era una aplicación, la respuesta la tuve después de varias semanas. Me rechazaron ¿Lo pueden creer? ¡A mí, mi amor, que soy alta diosa! ¡Se me hacía el difícil! O sea, que no me matcheó, me rompió el corazón.
Pero yo siempre diva nunca indiva. Nada gente, le duró unas semanas. Chapamos en una fiesta (donde me tuneé para matchear todas las pintas de birra que hubiera) después de bailar cuarteto y nos tuvieron que despegar unos amigos porque colisionaron nuestras galaxias. Desde ese día, celebramos la vida que es una fiesta.