Es curioso la emoción que genera la noticia de un embarazo. Se forma entre mujeres, que incluye madres y no madres, como una red de contención y sensibilización espontánea. Como una telaraña que se teje instantáneamente abajo tuyo. Y caen mensajes de amor, y hermosos deseos, y obsequios porque todo lo chiquitito es pura ternura, y muchos consejos y tips.
De golpe me escribe gente que no veo nunca, o no nos comunicamos muy seguido. Eso significa que basta las huellas en el corazón y no la cotidianeidad en el tiempo para los sentimientos verdaderos.
Y en base a esto se abre un abanico de colores en torno a la maternidad. Y aprendo de todas. De las madres, de las no madres, de las figuras maternas, de aquellas que romantizan la maternidad, aquellas que la sufren a veces, de todas, en fin que hacen lo que pueden. Y las escucho, y hay cosas que me guardo para mí, y otras que pateo para otro lado.
Cuán invasivos somos a veces al dar consejos para vida de otros, aunque sea sin mala intención. Sin ir más lejos, en las consultas médicas, damos miles de consejos entrometiéndonos en la salud y vida de otros, a veces de manera hegemónica, y por otro lado hacemos talleres de embarazo empoderando a las mujeres diciéndoles la verdad: que manden a cagar todas las sugerencias que rompen las pelotas. Hay cosas que solo una sabe, por instinto, por naturaleza, por lo que sea. Al final siempre las respuestas están dentro de una.
Es que en realidad la maternidad es un concepto histórico-socio-cultural, es una construcción que la gente va a haciendo según el momento en tiempo y espacio determinado. Lo que en definitiva se resumen en un juicio de tu comportamiento ante los ojos de otros. Esos otros que crecieron en un mundo patriarcal.
A lo que me refiero es que una siempre intentará ser mejor persona o es mala persona. Pero buena madre o mala madre, es una calificación que sólo se puede dar una internamente. El esfuerzo siempre es válido, así como los errores y el colapso mental.
El autocastigo, la autoexigencia. La culpa... también es patriarcal. Los hombres no deben sentir culpa en relación a la paternidad supongo o lo hacen en menor medida.
Esa es la madre que no quiero ser: La buena madre ante tus ojos, y bajo todos estos mandatos paleolíticos.
Quiero seguir siendo yo, pero madre. Transformada, si. Con más responsabilidades si, pero sin romantizar la esclavitud. Manteniendo mis pasiones, y los tiempos... qué difícil los tiempos. Tiempo para mí, tiempo para la lactancia, tiempo para dormir y después para soñar, tiempo de pareja, tiempo para escribir o cantar con Guido, tiempo de actividad fisica, tiempo para trabajar, tiempo para las tareas del hogar compartidas, tiempo para crianza y tiempo para cultivar. ¿Es mucho tiempo o cabe en 24 hrs?
Creo que así las madres se terminan convirtiendo en heroínas.
Sin alienarme ni privarme de nada. Manteniendo mi camino.
Quiero ser madre sin excusas de tiempo. (Y seguir compartiendo vida con los buenos amores de siempre)
La madre que quiero ser, soy simplemente yo.
domingo, mayo 02, 2021
¨La maternidad es un camino de incertidumbre"
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario