martes, diciembre 18, 2012

Diario de una tutuquera. (oyente)


Hace varios días que los oyentes estuvimos palpitando el gran día de la movida. 
Una pena que no haya podido ir a llevar cosas y darles una mano, y un abrazo a Susana Trimarco. 
Hoy durante toda la mañana escuchando en el negocio a perros, se respiraba otro aire. Mucha ansiedad, mucha energía, mucha buena vibra que se transmitió. 
Las palabras de esa mujer de fierro, es admirable. Es un ejemplo. 
Cuando pasaron por el noticiero la absolución de los imputados la semana pasada me dieron ganas de llorar.   Es una impunidad tan grande, tanta injusticia junta que no cabe en ningún punto. De modo que no va a quedar así. Pero fue una desilusión, una decepción tan grande. Que uno siente la miseria, siente la humillación y la vergüenza. Y uno dice "este país se va a la mierda, yo me tomo el buque". Pero después de todo  el tornado, cuando Susana Trimarco volvió a hablar, ella estaba intacta. Ahí fuerte, firme, como un roble. Porque ya la justicia no depende de los jueces para esa mujer. Y la va a conseguir a toda costa. Demostró que tiene las agallas para escrachar y denunciar a los mafiosos. Y si ella habla, y el pueblo la apoya, las cosas pueden cambiar. Ella es un símbolo... la seguridad, el temple, la valentía, el aguante. ¿Cómo renunciar si ella aún sigue de pie y va para delante? Por gente como ella, quiero creer en el país. Quiero quedarme y pelearla. Porque ella también lo hace por todos, su lucha es por el pueblo.
La otra vez en el subte, por esas cuestiones de la vida, nos quedamos unos minutos encerrados y nadie sabía que pasaba. Entonces una pasajera dice "¡Qué país este!" y el señor de adelante contesta "El país no tiene la culpa, sino los que viven en él" 
Hermoso el programa de hoy. La movida solidaria, la gente que está presente y se hace cargo de la causa. Huidobro (divino) en la voz de Andy, en la letra de Marita, en una cartatesoro. Y otra vez, Dennis cantando Cambia todo cambia. 
Pido perdón si apuré a algunas clientas que aparecieron en el momento justo en que quería ser todo oídos.

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