Todo parece estar aún confuso... las imágenes, las ideas, los hechos... se vuelven turbios como las aguas del Río de la plata manchadas con sangre inocente.
Nací en el 89 y estoy alejada, pero no ajena a la herida que sufrió la Argentina en los años de proceso.
Aprendí muchas cosas en los libros de historia argentina, pero así como en la historia universal, es insuficiente redactar lo ocurrido en aquellos años. ¡Tantas cosas que no están dichas! ¡Tantas atrocidades que dan vergüenza enseñar! ¡Tantas lágrimas que no alcanzan para calmar… para cansar los corazones destrozados que aún contienen esperanza!
La represión fue como todo en la vida: Hay gente que la vivió, que la padeció y pereció en el intento de seguir sus instintos y sueños de progresar… Hay gente que la vio de cerca, fue testigo de algún hecho, conoció a algún desaparecido o hasta logró escapar y salir con vida de alguna detención clandestina… Hay gente que sabía lo que estaba pasando, conocía aquellos actos que manchaban la tranquilidad del pueblo, pero solo los escuchaba, como un chisme proveniente de algún lugar lejano… Hay gente que ni se enteró… Y lo peor: Hay gente que todavía no sabe nada. Eso es lo que tenemos que corregir.
Y yo, ya les dije… con 17 años ¿Qué puedo saber? Yo no lo viví, pero conozco las secuelas que siguen vivas hasta hoy… y muchas van a tardar en DESAPARECER.
Durante esos años oscuros, la vidas de muchos cambió para siempre… ¿o debería decir para Nunca? Sí, eso es… para Nunca… porque fue en esas fechan, cada uno sabe, en las que el reloj dejó de funcionar y se detuvo el tiempo.
Sueños familiares completamente rotos. Familias destruidas e incompletas. Portarretratos con gente que ya no estaba.
Porque por cada familiar que desapareció, fue como si la puerta al mundo cotidiano de cada familia fuese violada.
Como cualquier familia, que tiene metas, sueños, ilusiones… pensamientos acelerados… imágenes y deseos para un futuro, claro, siempre mejor… Pero para ellos, el futuro nunca llegó. El tiempo se detuvo y permaneció parado por siempre.
Por eso aún están las madres que conservan los cuartos de sus hijos tal como lo dejaron. Conservan sus ropas con el último talle de prenda que usaba. No escuchan la música pop actual, sino que continúan escuchando sus discos, aquellos grupos que sonaban en esa época, y que también tuvieron que fugarse del país para poder seguir viviendo. El recuerdo más fuerte están en sus fotos… imágenes congeladas en tiempo y espacio… algunas en blanco y negro, otras en color… usando las prendas y los peinados de esa época… todo indica que el tiempo se detuvo desde el momento en que el mundo de esas familias se invadió y la seguridad de que todo podía reestablecerse desapareció por completo… en un matorral, en algún mar… en algún lugar se esfumó y solo quedó la duda, la bronca, la lucha y la esperanza.
Despertar de esa pesadilla, es lo que piden la mayoría… despertar sintiendo la tibia caricia de sus hijos, de sus padres, de sus nietos, de sus abuelos, de sus esposos, de sus esposas, de sus hermanos, de sus tíos, sobre las mejillas.
¿Aún se puede soñar con eso? Solo espero que las ganas de soñar, nunca Desaparezcan.
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