Me quedé pensando unos minutos... con un gusto amargo en la garganta y una ligera presión sobre el pecho, que simulaba un sentimiento de culpa, que de verdad, creo no me correspondía.
Como si fuese una insignificante hormina roja, libre de amarguras, con el solo objetivo en la vida de colaborar con el almacen de migajas para los días tormentosos.
Volví a revisar en mis memorias, algún acto fallido, alguna ausencia, algun error. Y sólo se me vino a la mente unas palabras del profesor de... no sé, una materia que... qué se yo... lo único que recuerdo eran las palabras, no textual, pero el mensaje era algo así como: Si todos los días nos miramos al espejo y nos arreglamos para salir a la calle ¿por qué también no nos arreglamos el corazón?
Y es tan simple como eso... una materia que no recuerdo el nombre, pero si muchas frases, muchas ideas. Y ésta en especial, que desde el primer día me gusto y a menudo la recuerdo.
Punto y a parte, basta de mirar al pasado, basta de sufrir lo que no fue ¡porque no sirve para nada! El presente algún día será pasado, un pasado más del que no nos queremos arrepentir.
Tiremos la merd a la basura, no para comenzar un 2010 con todo, sino para pasar las fiestas en paz con uno mismo, para despedir un 2009 con espíritu festivo. ¡Limpiemos los corazones! ¡Y disolvamos los rencores! Démosle una nueva oportunidad al gordo de navidad.
Vengan a comprar nueces y fruta abrillantada a mi almacén Genki en burzaco, que para empezar es ¡Salud!
¡Feliz navidad para todos! Que no es más que eso... el nacimiento. Algo nuevo, algo bueno... una excusa perfecta para comer hasta explotar en una mesa con la gente que ama. O sentada en el piso, sobre una cocinita de juguete mientras Maitena prepara carne al horno para la tía Vivi.
Felicidades a ustedes que me hacen feliz.
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