La globalización, había acabado con la distancia y el mundo parecía unificado. Como si el mapa del planisferio politico hubiera desaparecido de las librerías. Los límites eran difusos y ya nadie recordaba las muertes que se habían sacrificado para marcar el territorio, para ganar un poco más de espacio, o sólo para independizarse. La historia era un cuento patético que se prefería olvidar.
Parecía... parecía, que el ideal de un mundo de paz, se estaba concretando, sin embargo, bajo aquella suposición, se econdía, una de las más grandes conspiraciones.
Desde siempre había existido en la raza humana, el instinto cruel de la dominancia. Y quien nace con ambición, no se conforma sólo con el poder. No se puede cambiar la naturaleza de las cosas.
Como en un juego de estrategias, donde apenas con una sola isla se consigue tomar el control del mundo, del mismo modo comenzaba a expandirse, sutilmente, La Potencia...
Le abrieron los puertos, los enamorados, los sufridos, los ignorantes, los desesperados, los inocentes. Los inconcientes.
Comenzó a imponer su verdad, pero a cara descubierta, porque no necesitaba usar máscaras, si sabía manipular las pasiones.
De esa manera los fue educando. Con la base en el libertinaje, de seguir los impulsos y dejando poco a poco de razonar.
La comodidad, el consumismo, era como una especie de fama mediocre para aquellos que queriendo ser estrellas se olvidaron del universo.
Mientras Balderrama amenazaba con apagarse, los locos y los anormales, que siempre son la minoría resistente, cambatían la invasión con un arma más potente que las armas... La memoria.
"Todo está guardado en la memoria... sueño de la vida y de la historia"
"La memoria estalla hasta vencer, a los pueblos que la aplastan y que no la dejan ser... libre como el viento"
León Gieco.
Un día, inconscientemente, descubrí que no sería mala idea despedirme de la vida cantando La memoria, o Cinco siglos igual, hasta que me raspe la garganta, mis pulmones se cansen y mis ojos se cierren.
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