Y el cielo rosado triste,
húmeda la mirada.
Pálido.
Rosado copos de azúcar.
Magia del azúcar del estero,
y nuestros nombres
en las doce cuerdas de la guitarra de Lisandro.
Y tu piel, piel divina,
que nunca fue rosada
más bien blanca, fantasmagórica.
Vivís colgado de las nubes bajas.
De los días nublados,
recuerdo la melancolía en las canciones lentas
y poemas de Paz, puro amor.
Como hoy, que sin esperarlo,
tu mensaje aparece,
como rayos de sol que dan pelea a pesar,
y me llamás con dos letras
y me vuelvo loca porque sos el único.
Y ahora que quizá ya no nos veamos más,
voy a acostumbrarme a que me sientas de otra forma.
Voy a aprender a escribirte los últimos versos sin ver (te)
la poesía profunda mirada
y a escuchar las voces
y los silencios.
Desde adentro, llamarte
y que dejes de estar en mi mente siempre.
Seremos obreros, trabajadores de este amor
sin ingenieros civiles, por favor, no hacen falta
para construir el puente
entre vos y yo.
El más lindo de todos, hecho con agua de lluvia,
colores de nuestros iris,
calores de nuestra sangre.
Coincido (con Mel) si al final del puente
suena un buen rock
¿Cómo no valer la pena de esperarte?
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