A veces despertamos a un dolor desde la carne, un vertical dolor que no perdona un furioso huracán que no da tregua, y que acorta los tiempos de la siembra. Que ensombrece lo que hemos encendido, un dolor nunca se entiende, es pura muerte, es la impaciencia por estar y habernos ido. Pero a veces regresan los latidos, es que la sangre burbujea en hervideros cuando se vivió a los gritos. Y ya no hay muerte. Y volvemos a lo que siempre fuimos. (La primera que fue la rebeldía lleva tu nombre, por eso Dios obedeció sin discusiones cuando dijiste de volver un día, |
Él no entendía al obstinado dolor,
se le oponía un coraje de mujer y pura vida). Sos un puñado de luz multiplicada. Sos una ardiente pasión de cachetadas. Sos una siesta de amor muy postergada. Un intrépido arlequín de las cornisas, a la orilla del odio, equilibrista. Lenguaje arrebatado obscenidad prohibida, escándalo de voz, que aún horroriza. (Podría descifrar todo tu enigma si no fueras tan clara como el agua, pero no hay misterio ni hay poesía. Evita, sólo tu nombre despierta memorias encendidas desde que le arrebataste a Dios volver un día). |
jueves, octubre 11, 2012
Sólo tu nombre- Claudia Bernazza
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