Me enamoré.
viernes, abril 29, 2016
jueves, abril 28, 2016
Diario de una tutuquera.
"Esto así, es muy difícil" Piensa doña tutuquera cada mañana. Suspira, pero no pierde las esperanzas. Se maquilla, se arregla, se perfuma como nunca. Desde hace poco.
Sabe que de todas maneras, su aroma se va a confundir con el de las hierbas y las especias, total que hasta eso le gusta. Incluso sabe que el polvo y las harinas van a terminar decorando sus ropas y cabellos. Tampoco le importa.
Fracciona, con naturalidad y casi espontáneamente entre cien gramos de semillas, de cada especie. Ansía ver el estante lleno y surtido. Se compenetra en este accionar en serie, y cada "Buen día" la desconcentra, pero no le molesta.
Continúa con otras texturas más livianas, las especias. Oh, esos aromas y colores maravillosos. Curry, pimentón, pimientas, cúrcuma (este color le fascina).
El tiempo debe pasar. Lo que ella espera llega cerca del mediodía, algunos minutos antes de cerrar.
De pronto, aparece. De imprevisto. Y la agarra en el momento. Haciendo lo que esté haciendo... fraccionando, atendiendo, cobrando.
Triste es que lo atienda otro, o que ella esté justo en el baño o cebando un mate veloz. Más triste es que venga su madre, lo que implica que no va a aparecer él.
Entonces, digo, él la saluda porque es respetuoso (¿Es por eso?) y ella lo saluda con la mejor sonrisa (con olor a dietética y ya partículas de todo tipo de harinas rodeándola) porque es una pajera. (sí, es por eso).
Y ella sabe que es muy difícil esto. Esto; levantarse a un cliente que viene a comprar tofu.
Entonces lo busca por facebook, y ¡oh decepción de los cobardes! no hay información y tiene todo privado. Eso la enfurece, porque piensa que esa gente es egoísta por no querer compartirse.
Ella solo quiere conocerlo. Parte por parte. Pieza por pieza, capa por capa. Como una crónica hecha en fotos. Descubrirle las manos, el pelo, las venas, el pecho... Revelarle los sueños, las ideas, los miedos, la rutina, el pasado.
Pero vendiendo tofu... es muy complicado. Habrá que sacar las armas y las almas y disparar para la conquista, piensa. Es decir, o le regala un kombu o llama a Da para darse.
Oooooooooooooooleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
O verá que hacer la próxima vez con sus raíces de árbol. Tal vez de sus ramas, nacerán las flores. Tal vez a su sombra se sembrarán otras semillas. Tal vez en su tronco se escribirá la ternura.
Sabe que de todas maneras, su aroma se va a confundir con el de las hierbas y las especias, total que hasta eso le gusta. Incluso sabe que el polvo y las harinas van a terminar decorando sus ropas y cabellos. Tampoco le importa.
Fracciona, con naturalidad y casi espontáneamente entre cien gramos de semillas, de cada especie. Ansía ver el estante lleno y surtido. Se compenetra en este accionar en serie, y cada "Buen día" la desconcentra, pero no le molesta.
Continúa con otras texturas más livianas, las especias. Oh, esos aromas y colores maravillosos. Curry, pimentón, pimientas, cúrcuma (este color le fascina).
El tiempo debe pasar. Lo que ella espera llega cerca del mediodía, algunos minutos antes de cerrar.
De pronto, aparece. De imprevisto. Y la agarra en el momento. Haciendo lo que esté haciendo... fraccionando, atendiendo, cobrando.
Triste es que lo atienda otro, o que ella esté justo en el baño o cebando un mate veloz. Más triste es que venga su madre, lo que implica que no va a aparecer él.
Entonces, digo, él la saluda porque es respetuoso (¿Es por eso?) y ella lo saluda con la mejor sonrisa (con olor a dietética y ya partículas de todo tipo de harinas rodeándola) porque es una pajera. (sí, es por eso).
Y ella sabe que es muy difícil esto. Esto; levantarse a un cliente que viene a comprar tofu.
Entonces lo busca por facebook, y ¡oh decepción de los cobardes! no hay información y tiene todo privado. Eso la enfurece, porque piensa que esa gente es egoísta por no querer compartirse.
Ella solo quiere conocerlo. Parte por parte. Pieza por pieza, capa por capa. Como una crónica hecha en fotos. Descubrirle las manos, el pelo, las venas, el pecho... Revelarle los sueños, las ideas, los miedos, la rutina, el pasado.
Pero vendiendo tofu... es muy complicado. Habrá que sacar las armas y las almas y disparar para la conquista, piensa. Es decir, o le regala un kombu o llama a Da para darse.
Oooooooooooooooleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee.
O verá que hacer la próxima vez con sus raíces de árbol. Tal vez de sus ramas, nacerán las flores. Tal vez a su sombra se sembrarán otras semillas. Tal vez en su tronco se escribirá la ternura.
miércoles, abril 27, 2016
Cacho y yo. A través de los años.
¿Será él una persona encerrada en un animal?
Es demasiado narcisista pensar eso. Muy de humano.
Es mi mejor amigo nervioso. Lo banco con sus mañas. Lo amo.
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foto
Final, Juan Gelman.
Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.
Cómo ha sido posible
que te fueras por un agujerito
y nadie haya ponido el dedo
para que te quedaras.
que te fueras por un agujerito
y nadie haya ponido el dedo
para que te quedaras.
Se habrá comido toda la rabia del mundo
por antes de morir
y después se quedaba triste triste
apoyado en sus huesos.
por antes de morir
y después se quedaba triste triste
apoyado en sus huesos.
Ya te abajaron, hermanito,
la tierra está temblando de ti.
Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.
la tierra está temblando de ti.
Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.
Gotán (1962)
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poesía
lunes, abril 25, 2016
Porcentaje
*Usted tiene 99,9% de chances de morir*
Le dijo el médico, un verdadero hijo de puta.
¿Será este el click? La foto del presente. La belleza de lo mortal, el ciclo de la vida.
Todos tenemos las mismas probabilidades de morir. Cien por siento.
Lo siento por cierto.
¿Y no es que en verdad todos los días morimos un poco?
El maldito suspenso, es la fecha de caducidad. Eso sí no lo sabemos.
Todos los días es una oportunidad. 100% de chances de morir, 100% de chances de vivir, o 50% vida tibia 50% muerte tibia. La diferencia la hace uno. Cada uno decide, cada día cuanto morir.
Le dijo el médico, un verdadero hijo de puta.
¿Será este el click? La foto del presente. La belleza de lo mortal, el ciclo de la vida.
Todos tenemos las mismas probabilidades de morir. Cien por siento.
Lo siento por cierto.
¿Y no es que en verdad todos los días morimos un poco?
El maldito suspenso, es la fecha de caducidad. Eso sí no lo sabemos.
Todos los días es una oportunidad. 100% de chances de morir, 100% de chances de vivir, o 50% vida tibia 50% muerte tibia. La diferencia la hace uno. Cada uno decide, cada día cuanto morir.
domingo, abril 24, 2016
Aprendizaje-Alumnos (iluminados)
"SOLO TRIUNFA QUIEN SE SIENTE TRIUNFADOR"
*Confesiones de la hinchada de los segundos puestos... y todos los que le siguen.
Enseñanzas de Tutti
La felicidad es simple. Unos ricos fideos, la cola limpia, unos brazos donde dormir, algún que otro chiche para entretenerse por diez segundos. Dar tres pasos y aplaudir por eso. Dar dos, caerse en el tercero, y en vez de llorar, volver a aplaudir. Eso, aplaudir sin motivo, reírse por cosas simples. Y felicitarse siempre por cada paso dado-
¿Cachai po?
jueves, abril 21, 2016
MICROCHORROS.
-No, yo trabajo en relación de dependencia. ¿Usted?
-Y yo trabajo para los chorros.
-Mamá, dicen que la inseguridad está tocando la puerta de los vecinos.
-Quédate tranquilo hijo, nosotros somos tan pobres que sólo tenemos sueños.
-A Don Ricardo, hasta el sueño le han quitao dijo la abuela.
-Pos no se preocupe mijo, que a Don Ricardo se lo ve contento. Aquella ladrona sólo le roba los calzones por la noche.
- ¿Y si los policías, ni los políticos pueden, quién acabará con la inseguridad?
-Cada uno debe vencer su propia inseguridad. Es un posicionamiento. Una manera de ver las cosas.
-¿Otra vez esa boludez de la sensación?
-Hay que trabajar y ver qué pasaría si lo enfrentás. Bueno, ¿cortamos acá?
-Y yo trabajo para los chorros.
-Mamá, dicen que la inseguridad está tocando la puerta de los vecinos.
-Quédate tranquilo hijo, nosotros somos tan pobres que sólo tenemos sueños.
-A Don Ricardo, hasta el sueño le han quitao dijo la abuela.
-Pos no se preocupe mijo, que a Don Ricardo se lo ve contento. Aquella ladrona sólo le roba los calzones por la noche.
- ¿Y si los policías, ni los políticos pueden, quién acabará con la inseguridad?
-Cada uno debe vencer su propia inseguridad. Es un posicionamiento. Una manera de ver las cosas.
-¿Otra vez esa boludez de la sensación?
-Hay que trabajar y ver qué pasaría si lo enfrentás. Bueno, ¿cortamos acá?
Mi Juan Ternura.
Hace unos días le pasé el libro (No sabían que somos semillas) a mi hermana para que lo leyera. Mientras hojeaba las primeras páginas, me dice - Juan Carlos ¿Era ainoko no?
-No- le contesté sin pensar, segura, mientras contestaba algo por el celular. Un segundo después reflexioné lo que me había dicho, miré la foto que ella estaba viendo y dije- Bah, no sé, nunca me puse a pensar en eso. Puede ser ahora que lo decís.
Es que Juan es un ángel.
Y los ángeles no tienen etnias.
Son ángeles y punto.
Estaba marcado de chiquito con alas en la espalda.
El es Juan Ternura,
Juan Carlos Higa.
La más bella poesía.
martes, abril 19, 2016
Gorditos.
Yo- ¡¿Viste pá que ahora sí parecemos hermanos!?
Viejo- Sí.
Yo- ¿Por qué?
Viejo- Está gordito.
Yo- AAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJA
En enano- ¿Qué te reís si a vos también te dijo gorda?
La ventaja de ser gordo desde el nacimiento es que no sufrimos cuando engordamos, a diferencia del flaco. Ya da lo mismo tener sobrepeso, obesidad, cinco kilos de más. No influye en nuestro humor. Esa es la única diferencia. En la vida, tenemos un sufrimiento menos.
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*Disculpen la boludez.,
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domingo, abril 17, 2016
viernes, abril 15, 2016
Estreno el regalo de Sofi, abro el placar y vuelvo a los viejos amores.
"Doctorcita" me dice. Cómo osa llamarme así.
No hay derecho viejo. Jugar así con fuego.
Como cuando uno ve un peludo moviendo la cola y le dice "Hola perrito" acariciándolo.
Ahí hay ternura en esa palabra... y cariño.
Pero yo no quiero su cariño. Ni alquilarme un nicho en la friendzone.
Yo sólo quiero volarle la cabeza, quemarle las ideas, que arda y tenga fiebre de mí.
Que se caliente y se le pare la P.
Que se le pare la P y entre en asistolia por un segundo.
Bah... ¿Eso quiero? ¿O es un recuerdo histérico?
LA CALENTURA ES FISIOLÓGICA
LA AMISTAD ES ORGÁNICA...
(a veces congénita)
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*Disculpen la boludez.,
historia clinica
lunes, abril 11, 2016
El pueblo y Las Ovejas.
"...Llenar de amor mi sangre
y si reviento
Que se esparza en el viento
el amor que llevo adentro
Esa es mi revolución."
Cuatro pesos de propina.
Ser viento por un momento. Eso pensaba. Allá, de a ratos corría un aire fuerte. Y si me encontraba caminando, me gustaba abrir los brazos y cerrar los ojos. Era un acto, simbolismo de libertad. Pero instintivo. Quería ser ave... o me pensaba ave... porque ya estaba volando... entre cerros, ríos y cielos intensos.
Hay que moverse.
Para que corra la sangre, para que circule la vida, hay que moverse. Y hacer el cambio.
Quieto, el mundo pasa por nuestra vista. En mí país hay tantos pueblos, tonadas y colores. Y en los pueblos hay tantos mundos que uno termina por descubrir un universo nuevo dentro y fuera de sí.
Mi hermano estudia una Ingeniería y ayer estaba repasando porque hoy rendía estadísticas. Me leyó un problema en voz alta "Hay tres puertas, detrás de una hay un auto. Vos elegís la del medio. Abren la última y está vacía- ¿Qué hacés? ¿Te quedás en la misma o te cambiás?" "Y no... me quedo en la misma - le dije- porque si uno la eligió es por algo así que debe seguir la corazonada". Claramente nunca tuve una materia así y ni sabía que ante estas situaciones un cálculo matemático soluciona las cosas. Por algo así me va en la vida. La respuesta correcta era cambiar de puerta.
Cuestión que yo seguí mi corazonada y llegué a Chos Malal (de mis amores) y de ahí a Las Ovejas (mundo mágico) y fue así que un caluroso sábado de Febrero estaba parada a la salida del pueblo, con la ruta enfrentándome con su rusticidad. Con su naturaleza cruda. Ella, poderosa, salvaje y extensa frente a un enano de ciudad de metro y medio con su mochila violeta de gordita exploradora.
Pero yo estaba decidida.
Los primeros metros fueron livianos, rectos. Con su camino de ripio, pero sin lomadas. Mis tobillos vacilaban si se topaban con alguna piedra, mis ideas no.
Por suerte las nubes también habían salido a pasear, así que me cuidaban del sol directo sobre mi cabeza. De todas maneras, el calor era insoportable, mi saquito quedó colgado de un lado de la mochila. Saludé a una persona mayor que estaba recolectando algunos yuyos con la figura de San Sebastián en la bolsa. Era la única que me crucé que andaba a pata.
Después, los primeros kilómetros se hicieron pesados. Entre curvas, subidas, bajadas, esquivar autos y más calor, mi cuerpo empezó a sufrir un poco. Sentía que la espalda se me partía pese a que casi no llevaba peso. Quizá era la felicidad que me pesaba, si es que tiene ese pesar. El paisaje me embelesaba... la tierra y los cerros áridos, el viento que no pide permiso, y los árboles, lo verde cercano al río. Dos cuerpitos de animales soñando a mi derecha, un manzano al lado de un ciruelo, dos santuarios de San Sebastián unos pasos más adelante, el desvío. Y la ruta que sigue.
A lo lejos, creo reconocer una arbolada próxima a los Sauces.
Por reflejo intento manotear mi saquito y no lo encuentro. Entonces detengo mi marcha y busco en la mochila deseando que esté ahí. Pienso, mientras pasan los autos y creo saber más o menos dónde pudo haber caído cuando mi espalda comenzaba a doler y mi cuerpo hacía movimientos extraños. Entonces empiezo a dudar; si volver por el abrigo (al que le tenía cariño) o seguir hasta mi meta. Volver sería casi duplicar todos mis pasos... y en ese momento ya tenía un andar cansado y lento. Y el cuerpo algo destrozado. Resolví volver a buscarlo, sabiendo que quizá no lo encontraría allí. Sabiendo que así era el doble de esfuerzo, el doble de fatiga. Seguí mi instinto. Retrocedí cuatro kilómetros de sol, sed y dolor esquelético pero el saquito estaba ahí esperandome. Justo donde había caído, donde lo había dejado. (A las semanas me pasó lo mismo con un buzo en Buenos Aires, a tres cuadras de casa. Por supuesto que ya no estaba. Ni la medallita de la virgen que dormitaba en mi escote permaneció en su lugar.) Me sonrió el corazón lo que mi masa corporal no pudo. Lo guardé en la mochila y reanudé la marcha.
La naturaleza además de ser sabia sabe ser encantadora. Mi organismo revivió con una ciruela que arranqué de la ruta. Y el milagro nacía como un chorrito fino pero constante de una vertiente. En una de las curvas, en medio de la nada, en medio de la ruta estrategicamente en el lugar exacto para revivir almas. Después al llegar nuevamente a la gruta de San Sebastián me senté un rato para recargar energías y continuar el viaje.
Era el trayecto ya conocido, volver a caminar sobre mis pasos. Ya a lo lejos podía divisar unos árboles y yo rogaba que fuesen los sauces.
Una camioneta frenó delante mio y una señora rubia, de trenzas, anteojos y sonrisa amable me preguntó "¿Te llevamos?" Bueno contesté mientras caminaba hacia ellos me preguntaba si estaba haciendo lo correcto. En vidrio de atrás del vehículo decía algo de Jesús y eso me dejó mas tranquila. Nos acomodamos cuatro personas en la parte de adelante. Me preguntaron a dónde iba, ellos para Andacollo. "Ah, los sauces... es acá nomás... ¿ahí donde van todos?" preguntó "si, pero no es una playita" murmuraba la hija. Era verdad, yo me expresé mal, no era un playita. "Pero si, debe ser acá". Fueron sólo algunos metros, pero les agradecí el viaje y la hospitalidad.
Antes, había frenado unos metros por delante, un joven en moto. Y se quedó esperando. Yo que soy medio torpe pensé que esperaba a alguien, pero ahí en medio de la ruta ni los chivos ni las ovejas pasan en verano. Cuando lo alcancé lo saludé, me devolvió el saludo y seguí caminando.
Y de eso se trata la vida. De caminar y seguir adelante. Y seguir, y seguir, y seguir el corazón. Y si se retrocede, continuar con el sueño hasta llegar. Por más subidas y bajadas, seguir. Y disfrutar de la naturaleza y agradecerle. Y conocer gente nueva, y subirse a su bondad o dejarla pasar. Y así llegar al paraíso.
Recompensa, lo que tarda en llegar.
La gloria; descalzarme, meterme hasta las rodillas con el agua fría y transparente. Sacarme la remera, quemarme con el sol. Beber del río, acostarme sobre la arenilla. Comer un durazno de agua que Marga le sacó a la vecina. Cerrar los ojos, soñar despierta y escuchar la corriente y cantar los Huayras. Yo y mi lugar. Yo y ese sueño. Mundos dentro de mundos.
Las penas y las ovejas se van por distintas sendas.
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sábado, abril 09, 2016
Los sauces - Las Ovejas.
Esta maravilla es lo más cercano y directo desde Las Ovejas. Saliendo por la ruta que va a Andacollo, está esta especie de "playita". En realidad es el río, que se calma. Sobre la orilla hay algo parecido a la arena. Al ser agua de deshielo, crece en diciembre congelada. Ya para Febrero cuando estuve, había menos agua, pero no estaba tan fría.
Pero es así como se ve en la foto. Transparente.
Acá fui muy feliz.
Durante una semana que estuve... habré estado como cinco veces y en una comí cordero asado :) con el hermano del productor de Metroymedio, Dani, con Bren y Brauni, que me invitaron.
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miércoles, abril 06, 2016
Mundo mágico Las Ovejas.
Estas son fotos del río de ensueño Nahueve.
Para llegar a este paraíso teníamos que ir unos cuatro kilómetros en auto. Cruzar una alambrada de púas, y caminar entre las piedras y las cizañas.
El muro (la barrucada precisamente) tenía manchas blancas, eran agradables a la vista. Si el lugar no fuese tan virgen, se podría decir que alguien habría venido a hacer arte rupestre, y a tirar pintura, de manera que caiga entre las piedras. Yo no me había dado cuentas hasta que Fede hizo el comentario, y confesó que se había dado cuenta, que no era otra cosa que diarrea de bandurria (un ave regional, de pico largo y curvo).
Ese día nos acompañó Brauni, el perro de Dani y Bren. Merendamos ciruelas del patio de Fede, y terminamos la tarde cantando "Hasta siempre comandante". Guido también estaba (mi criolla compañero de este viaje hermoso).
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Día 17 al 21. Las ovejas.
Las ovejas en un pueblito al norte de Chosma. Pertenece al departamento de Minas. Tiene alrededor de mil doscientos habitantes. Se conocen todos.
Estuve sólo una semana... y fue un sueño.
Lucho, Bren y Dani fueron a buscarme a la terminal. Los tres parados con su sonrisa amable de bienvenida. Esa noche fuimos a comer pizzas a un bar que no recuerdo el nombre.
En la foto, detrás de las ovejas (los muñecos) está el hospital. La puerta naranja es por donde entrábamos a las ocho de la mañana. Una caminata corta pero fresca (mucho mas fresca que en Chosma. Fresca de abrigo grueso, en Febrero) cruzando la plaza, serían unas tres cuadras.
Era entrar al hospital y saludar a todos que tampoco eran tantos. Después el pase temprano con los cinco médicos generalistas (Loly, Otero, Georgi, Fede y Marga), la psicóloga, la asistente social, la enfermera y el agente sanitario. Después de eso, empieza el día.
El pueblo es chico, pero tiene paisaje cercanos... (es decir, que hay que manejarse en auto, moto o bici) que son una maravilla.
A pata recorrí poco, porque siempre había alguna invitación cariñosa y cordial. Acostumbrada a dar una caminata diaria en Chosma, una tarde salí rumbo a al mirador del antiguo parador aéreo. Me crucé con las chicas del hospi, la cocinera y las enfermeras divinas que me invitaron a caminar con ellas, pero yo debía volver temprano a buscar la comida así que les dije que otro día me sumaba. Ese día hicieron como diecisiete kilómetros.
Después de alejarme, hice algunos pasos más, y Dani, otra enfermera me pregunto dónde iba con ese calor, y que me alcanzaba con el auto. Le agradecí, pero le dije que quería caminar, así que después de insistir un poco, ante mi negación, se fue. Su sobrina que estaba en el auto le susurraba que me iba a perder.
Camino, como siempre de ripio. Me crucé con algunos a caballo (y siempre el saludo al desconocido, por respeto y amabilidad... o por felicidad), con algunos huesos de chivo, y arriba, cuando llegué con Marga que se estaba yendo en su bici y con su perra amiga.
Había como una construcción de cemento donde se subía por unas escaleritas para tener más altura. Miré con amor todo el pueblo. A la derecha estaba el Domuyo, viejo nomás.
Me acosté, me puse los auriculares y estuve un buen tiempo mirando el cielo inmenso, celeste puro, escuchando música alguna banda novata de la zona.
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Neuquen
viernes, abril 01, 2016
Te extraño yegua.
TE EXTRAÑO PEDRO.
EXTRAÑO TU PROSA, LIBRE, GALOPANTE, SEMINAL.
TU LENGUA DE SERPIENTE ÁCIDA, ESCUPIENDO LA VERDAD.
TU VIGOR, CERO MARICA.
Y TU AMOR MARIPOSA.
A PESAR DE LAS CUATRO PATAS, DE TU LACIO CRIN,
TENIAS DEMASIADO COLOR EN LAS ALAS PARA PERMANECER EN LA TIERRA.
Mas que yegua, eras un pegazo. Un pegazo de puto lindo. :)
Mas que yegua, eras un pegazo. Un pegazo de puto lindo. :)
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