viernes, abril 03, 2020

La peste

*Nos salvamos juntos 
o nos hundimos por separados*
Juan Rulfo <3 div="">


Hace ya varios años, cuando era usuaria frecuente de la línea C de subte,
recuerdo estar en constitución. Amontonados llegando, unidos suena más lindo. En vez
de abrirse las puertas, se apagaron las luces, el motor y las puertas
permanecieron cerradas con nosotros adentro por varios minutos. Una
voz al lado mío murmuro “Siempre pasa lo mismo, que país de mierda” y recuerdo siempre, que
otro contesto “No, es la gente que habita en el. ¿El país que culpa tiene?”
En estos momentos, me encuentro a mi, muchas veces murmurando : que
virus de mierda, mientras analizo en vano mis últimos movimientos, como
si pudiera volver el tiempo atrás y cambiarlos.
Y todas la preguntas en torno al virus, y todas las noticias ¿y el por
qué ? ¿Y de donde salió? Y que cuánta gente muere y el recuento de
infectados. Tal vez deberíamos cambiar el foco en la cuestión.
Que puede ser un virus de mierda.
Sin embargo nuestro protagónico en esta gran tragedia  es de víctimas todo el tiempo. Cuando
vamos humanidad, ¿cuantos vida se cobró el humano por odio? Desde
siempre la pandemia que más resiste.
Es la gente que el habita. ¿Que culpa tiene el virus ?
Los tercos e ignorantes matarán más que el virus. El odio y el egoísmo.
La verdadera infección mortal.
Cuando hermano, no te das cuenta que sos
un peligro para el otro con un simple contacto.
Cuando por las dudas compras treinta botellas de alcohol. Cuando por las dudas te
compras los barbijos. Cuando por las dudas te pones este que está
mejor , se ve más sofisticado N95. Y dan ganas de llorar cuando lo ven
en el noticiero que lo ultiza un Don en la cola del mercado central ,
 los que deben exponerse literal cara a cara con el susodicho y no
poseen los elementos adecuados. Cuando por las dudas se compran la
hidroxicloroquina y el colmo de los pudientes es asegurarse un
ventilador.
El odio no respeta cuarentena , porque el terrorismo sigue vigente. Y
siguen matando mujeres. Y sigue la violencia. Y uff sobreviviente la prehistorica xenofobia.
Y el miedo así labura. Y de ellos se adueña.
Y así los aplausos de las 21 (que no estuvieron el día que los
residentes coparon las calles) aplaude a los héroes, es el mismo que
espanta por miedo al contagio.
Es el vigilante que acusa. Es la puteada constante;
al que sale, al que se queda, al que viajó, al que compró
al que no aplaude, al que pregunta, al que cuida y no cuida.
Man. He aquí tu legajo. 
Si por si las dudas estás en alguno de estos.
Libérate del miedo: ya estás muerto. 
Nadie se salva solo.
Al final del viaje lo que cura es le amor. 
Y no es romanticismo nunca. 
Hablamos de sanación. 
Se necesitan dadores de amor de cualquier tipo y factor. 
No hablo de las vacunas que nos faltan 
ni de anticuerpos 
ni de ventiladores
ni lopinavir y ritonavir 
Hablo de afectos 
y cuerpos rozarse 
hablo de aliento y palabras al oído 
hablo de vivir. 
Si al fin y al cabo ¿qué es lo que te salva al final del día? 

Un segundo y piensa.
¿qué es más fuerte que el virus? 
La novela de Dominc Lapierre que frustró 
mi camino literario. 

Mi fuerte es su risa 
sanadora y 
salvadora. 

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