Bueno, esto podría ser fuera de la pandemia también.
Soy escritora. Bah, escribo.
Creo que los poetas son seres de otro universo.
Me gustaría ser poesía cuando sea grande.
Pero trabajo (desde hace poquito mas de una semana) otras vez en un centro de salud.
Motivo por el cual, lo único que escribo últimamente son historias clínicas, que por supuesto son confidenciales.
Hace poco le dije a mi compañero, que es el clínico más bello de todos: que la medicina no salva vidas. Eso lo sé porque nací romántica empedernida. Los héroes salvan vidas. Los médicos son humanos, se equivocan, y perdonan (que es divino). Un labor más de la humanidad, brindan al resto sus conocimientos en cuanto a la ciencia de la salud y la adaptan según sus creencias, experiencias y artes sanadoras.
Me gusta autorreferenciarme en las consultas. Creo que eso genera algo positivo en el paciente.
Son 2 temas en los que me suelo incluir dentro del relato de ellos. Aunque no sé realmente cuanto quieren saber. Hoy tuve que ponerme un freno mental.
Porque comprendo desde las entrañas aquel que sufre rinitis alérgica. Entonces les hablo del tratamiento y los efectos adversos, para que nunca caigan en la adicción. Que curiosamente es aquello no dicho.
Y otras veces un tanto divertida, en el consultorio de adolescencia cuando hablamos de la menstruación, no sé porqué les cuento que los días previos a mí me da cagadera. Creo que en el fondo estoy buscando una compañera que comparta síntomas conmigo.
Todavía no he encontrado.
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