Así pue, le decían a tu padre en su trabajo: Calesita. Y ya me lo imagino yo dando vueltas, en el espacio y en sus pensamientos. En giros sucesivos de oraciones que no llegan a su fin.
Hay testigos de como mi puntualidad se esfumó cuando empezamos a acompañarnos. En cinco minutos él ya estaba listo, pero momentos antes de salir se armaba una lista imaginaria de cosas para hacer como si nada lo apurara... como si el tiempo no existiera.
Y es que a veces sorprende, como lo único que vale la pena, son los momentos en que no existe el tiempo. Donde somos los instantes, cuando se aprecia el presente.
El Domingo tuvimos la visita de tus tíos Pauli y Benja que viajaron exclusivamente a verte, hija.
Acordamos vernos en el Cerro Amigo y después de comunicarnos empecé a armar tu mochilita: tus prendas de mas por si te manchas, el sombrero y el protector solar por si hace calor, el abrigo y la mantita por si hace frio, los pañales, el oleo, el algodón, la mamadera con leche caliente y el taper con tu comida. Esto era sólo lo tuyo, después tenía que organizar nuestras cosas... y todo esto corriendo para no hacerles perder a ellos el tiempo de paseo.
A veces, confieso, me estreso y empiezo a molestarme internamente. Y quizá lo manifiesto con movimientos bruscos y corriendo por ahí porque no me gusta llegar tarde.
Entre todo este caos para mí, tu padre que te tenía en los brazos, no sé bien en qué momento muy livianamente prendió el parlante y puso un cuarteto. Y empezó a bailar con vos, dando giros y disfrutando la música. Con los ojos cerrados, cantando y moviendo las caderas. Y vos, reías divertida en las vueltas y en los brazos.
A penas lo vi me dieron ganas de putearlo. Pero frené. Los ví, y me empecé a reír. Y pasé del desquicio a la risa, y de la risa al deleite.
Reí por mi locura, reí por el paisaje, reí por amor, reí al verte cuando reías al mirarme.
Ahí entendí, y seguramente me lo olvide en seguida. Que ustedes son mi calma, ustedes son mi cura.
Ustedes bailando, disfrutándose, perdiendo el tiempo... despreciando el tiempo.
Ustedes en esa calesita imaginaria son mi escena preferida. La que me enamora. Lo único que importa.
Vivimos acelerados, ansiando el futuro próximo. Y poco nos detenemos a disfrutar.
A veces hay que frenar, hacer una pausa. Dejarse perder por el momento. Y soltar el tiempo.
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