sábado, septiembre 24, 2011

***Cartas***

Querido Astor:
¿Cómo estás? Hace mucho que no te escribo. Hoy me agarró un ataque anafiláctico y me acordé de vos.
Siempre que se me ponen los ojos rojos y me cuesta respirar me acuerdo de vos. Del mismo modo que las flores, los vintiuno de septiembre, el claro de luna y la estación Avellaneda me llevan hacia vos.
Y ahora es al revés. Mientras te escribo y me acuerdo de vos... se me van humedeciendo los ojos.
Es una excusa en realidad. En este día siempre me acuerdo de vos. Y hoy, sobretodo hoy que está hermoso y él no deja de brillar.
Es que en realidad nunca dejé de quererte. Siempre supe que te quería, pero nunca pude hacerlo. Y en eso, vos no tenés nada que ver. Pero de eso, ya pasó tiempo. Pasó tiempo y pasó espacio. Y permanecio el silencio.
Me acuerdo de la ultima vez que te vi. Puede ser que haya estado un poco enojada... pero más que enojada diría yo; decepcionada. Casi rendida.
Estabas sentado en un banco, con tu compañera. De todos los edificios que había justo nos teníamos que cruzar. El destino botón. O fue cuando te crucé en el pasillo... no me acuerdo... Y las dos veces nos miramos, y aunque me duela, debo decirlo... fuiste poco hombre. En ese momento supe que no merecías mi mirada. Y no es despecho, sí mereciste mi amor y tu lugar en mi corazón, pero ya no ni mi mirada ni mi saludo. Y esto lo supe en ese momento, no antes cuando ya me habías dado la espalda... aquellas últimas veces que ya olías a ella, no a vos, mucho menos a nosotros. Te acepté pollerudo, qué se le va a hacer. No te castigo, porque tampoco es un delito. Pero me pareció un acto de extrema pelotudez que dejaras de hablarme porque la conchuda de tu novia te lo haya pedido. Y no era con ella la bronca; cuando después me pidió perdón y me pasó tu celular... me sentí humillada. Desconcertada; a ella la entendí, a vos nunca más.
Y aún así te escribo, yo ni sé donde. Porque ya no hay más lugares ni nada. Pero te escribo por algo más. Porque marcaste las cartas, quizás, que sabías que yo iba a guardar e iban a llegar a destino. Y te escribo por algo más... ¿el hilo rojo será? No, no ese que vas a pensar primero. El otro, el olvidado, que nunca aflojó. Creo que hace algunas primaveras atrás, dejamos nuestros corazones en la Atlántida y se hundieron juntos. Y juntos, digo, unidos por el hilo rojo. Ellos; final romántico y trágico. NOsotros, eso; ahora somos otros... cuerpos que ya no se abrazan, desconocidos. Simplemente cuerpos inherentes. ¿In- he- ren- tes?  Por eso te escribo; por alguien más que no puede hacerlo. Te escribo por quien te sigue llamando aún bajo el agua. Quien conserva sueños líquidos de tus letras y tus notas. Aquella que relee cada tanto tus cartas y se enamora de tus posdatas. Ella, es ese órgano desnervado atado al tuyo que desea despedirse. 
Bah ¡qué mierda todo esto! te escribo para sentirme mejor, esa es la razón. 
En fin Astor, espero que estés bien y hayas tenido un hermoso año nuevo. Quiero que seas feliz (aunque no lo creas...)
Nos cruzamos, aunque ya no nos estemos viendo! 
Adiós Astor! A+P=INFORMACIÓN. 
Aghata.
PD: Tengo unos libros tuyos que seguramente o te olvidaste o no me los querés pedir. Son tuyos. 
PDD: Tengo algunos Te quiero que no te pienso devolver. 
PDDD: ¿Hay razones de corazón que la razón no entiende? o ¿Hay razones de la razón que el corazón no entiende? ... Esa era tu cuestión. 

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