No eran callejeros, pero cada tanto se juntaban en una plaza a comer palomitas.
Y pasaban horas de frío buscando la tibieza del solcito en sus ojos semicerrados, casi adormecidos, mientras conversaban sobre sus cosas.
Hablaban sobre sus hogares porque todos provenían de lugares distintos. Casi no conocían las casas de los otros, se intuía por la apariencia de dónde podría provenir cada uno. Pero la verdad es que siempre se encontraban en esa placita más o menos a la misma hora de la tarde.
Cuando le preguntaron a Fenrir de qué era su casa, si de material, ladrillo, chapa o madera, él contestó que no a todo. Que su hogar estaba construído de gente; Carla, la abogada, Martín, el doctor, Flopy y Jazmín las quinceañeras, Choly, la abuela de ochenta y tres años, Juan, el gran padre y muchos San expedito.
Él vive con Raúl, debajo del puente. Forjaron su fuerte. Duermen juntos y se protegen del frío. Se respetan, y se defienden. Saben que la comida se comparte y que cuando no hay, es día de furia para las palomas.
1 comentario:
Es genial, amiga! Por lo que es en sí, y porque se me conectó con una revelación que tuve hoy.
Gracias por estar en mi casa el sábado-domingo! Y gracias al tío Julito por cumplirme uno de los tres deseos ♥. Y también gracias por el aliento con teatro! Hoy estaba muy decidida, me sentía confiada y tenía muchas ganas de ir, pero se suspendió para el lunes que viene. Y cambiaron el aula! Ahora es en el subsuelo.
Te amo, amiga!
Y el domingo llueva, nieve o truene; pasada de rosca, con ojos hiperabiertos u ojeras, fija que estoy en Abasto ;)
Nos estamos viendo!
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