Tantas veces me sorprendí pensando qué habría de especial entre nosotros dos. O si habría algo, aunque estoy segura que sí. Pensándolo incluso cuando te miro mientras me hablas y movés los ojitos hacia un costado cuando hay algo que no te gusta y hacés eso con los labios.
Cuánto hay de poderoso en eso que está entre nosotros. Eso, casi no es distancia. Veintiún malditos milímetros de mercurio que nos disputamos un segundo para ver quien respira el próximo suspiro, y caer en la cuenta de que preferimos morir con un beso y compartirlo aunque no alcance para ninguno de los dos.
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