viernes, febrero 01, 2013

Aires de verano (día 2)


AMALITA MUSCARI.

Salían sombrillas de todos los colores y modelos por doquier. Como honguitos psicodélicos luego de una tormenta. Bastante molesto porque tapaban la vista al mar. Había una que me llamó la atención... en realidad la sombrilla era bastante común... de esas azul francia con bordes blancos. Decidí llamarla Amalita Muscari. Me llamó la atención el microclima alrededor de Amalita, como si fuese un planeta aparte. Allí abajo, en su sombra reposaba una joven de cabellos largos y ondulados, oscuros. Abundante volúmen y los mechones corrían en todas direcciones como si quisieran escapar de allí. A su lado, un perro hermoso que después voy a buscar la raza o le preguntaré a Lalita. Era alto, del tipo perrocaballo. Tenía la altura de los galgos, pero mucho más lindo. No era tan delgado y tenía cara de perro con el perdón de los galgos y sus dueños. Hocico blanquito, cabeza negra, el cuerpo mezcla de ambos colores. Divino y enorme. Se acostaba apoyando su cabeza en la pierna de su ama. 
La mujer en ningún momento se movió, estaba como hipnotizada. De un rulo particularmente corto salía una idea y volvía  entrar, y repetía la rutina. Como mariposas amarillas, como avioncitos de papel, como los barriletes que se venden en la playa. De pronto del mismo rulo surgió al fin un globo blanco que pronto comenzó a llenarse con palabras (¿cuándo no? por suerte era en español): Te extraño. Extraño. No somos del todo extraños, si nos vimos y yo te siento como el viento a veces fuerte, a veces suavecito. Estamos unidos, pero no con el vinculo que yo quisiera. ¿Cuan extraña te seré? ¿Cuan lejana? Lejana... qué lindo el cuento de Cortázar, por supuesto que nunca lo entendí. El tipo lo hace apropósito. Si vos y el destino. ¡Qué bonito el destino! Existen signos para que estemos juntos... el destino ya hizo lo suyo. Ahora es hora de que empecemos, o por lo menos yo empiece a escribir lo que sigue. El cuento puede terminar bien, podríamos comer perdices. La cuota de magia fue descubrir que me excitabas antes de conocerte. Me volvía loca de ansias al saber que estabas en el mismo lugar que yo, aún sin conocernos, hace siete años atrás. ¿Verás mi aroma? Sé que hay piel entre nosotros... pero piel divina. Inolvidable personaje de Bolaño. Bolaño que no es el chavo. Esta mierda, tu nombre salta como corbina de mi cabeza y se vuleve a clavar. ¿Moveré un peón para que empiece algo entre nosotros? Primero tengo que agarrar la birome y empezar a escribir mi historia, mi propio gobo; "Dejaremos de ser extraños. Sucederá, lo sé. "
Después de eso no pude leer nada más. La chica se dio vuelta y me miró fijo. Yo me hice la boluda y miré para otro lado. Cuando la volví a mirar seguía mirándome. Le sonreí e intenté abrirme un globo en la cabeza, si eso es posible y no aumenta la PIC (Presión intracraneana) "Sucederá, lo sé. Y sí, Cortázar se la come". Me devolvió la sonrisa y volvío a enfrentarse al mar. Del perro salieron mil globos pero nunca pude leer ninguno. 

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