"Por eso cuando tomaba conciencia de que su cuarto de hora físicamente radiante se lo había entregado a ese infeliz, le sobrevenían explicables deseos de acudir como una tromba al departamento de Caballito, destrozarlo a trompazos y rasguñones a ese salame de sexta categoría, y arrojar después por la ventana a la negra putona, catinga y probablemente felatiera, y si por casualidad llegaba a estar de visita la vieja ésa de la Emilia, le apretaría el pescuezo hasta que sacara toda la lengua y se le cayeran horrorizados los ojos, para después pisárselos, la puta que los parió..." (Pag 78)
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