Ahora que está de moda que caigan del cielo misiles, terroristas y bombas, más acá y no tal lejano, la gente tira también mierda. Porque una cosa es que cada quien exponga su opinión, otra muy distinta es atacar. Lo de siempre, la intolerancia, la falta de respeto al que piensa distinto y la puteada pública, libre y gratuita. Hay quienes directamente dicen o escriben "Sigo pensando que el que votó a Macri es un hijodep, que el que votó en blanco es un tibiodem, los camporongas son todos ñoq" Y cosas así por el estilo... lo que marca un alto grado de infelicidad, porque cuando uno se fija más en lo que hacen los otros que en su propia vida... es un pobre tipo. Y ahora también están los que se creen más porongas por las actividades que hacen; "mientras vos tomás mate en tu casa... Yo milito, Yo voy a los barrios, Yo contra fondo buitre, YOYOYO".
Toda esta introducción para decir que hoy fui por primera vez a Plaza de Mayo. Por otros medios, sumamos a la convocatoria y los invitamos a todos. No los obligamos. Yo tengo la necesidad -media chota- de arrastrar gente conmigo a estas cosas y puedo parecer pesada, perdón. No me doy cuenta.
Yo fui porque en el 2011 recorrí la muestra y los 17 dejaron su huella en mí. Porque me germinaron en el espíritu sus raíces, y además porque cada vez que leo un poema de Juan (siempre leo los mismos) siento que me crecen las alas. Por ellos y por todos los demás.
Y para que no desaparezca la memoria.
Para algunos pasaron 40 años... pero eso es una medida de tiempo necesaria para la historia. Para los que levantaban banderas hoy, no sé, no hay tiempo. Porque incluso eso es cruel.
Fue una experiencia emocionante. Por un lado veía tantos nombres -tantos- fotos, banderas. Tanto reclamo. Y por otro lado esa junta era alegría. Camino de lucha y esperanza. No vi a nadie llorar, pero sí todos gritaban y cantaban, flameaban las banderas. Todos se respetaban.
Me asusté un poco con los bombos de los gremios y sindicatos, pero era su manera de expresarse.
La gente iba en familia. Había niños con remeras escritas "Memoria, Justicia, Verdad", otros tenían pines con la leyenda de "Matrimonio igualitario". Y también mucha gente mayor. Me sorprendió ver a una vieji flaquita agarrando con sentimiento la famosa bandera azul, kilométrica, de lona.
Nunca, en las tres horas que estuve dando vueltas, divisé la bandera de los 17.
Lo más loco me pasó al llegar a la plaza. Estaba yo, sola, con mi espíritu, aunque la plaza estuviese copada. Ni una cara de familiares y amigos de los desaparecidos nikkei... pero en un momento tuve adelante la espalda del Dr. Albarra (el jefe de clínica de mi hospi) y por atrás me pasó Rodrigo de la Serna.
El año que viene quiero volver con Pino. :D