En el medio de Chos Malal está el cerro de la cruz. Un cerro no muy grande, que se puede subir en unos minutitos y que divide todo el pueblo porque está justo en el medio.
Tiene una linda vista y el atardecer ahí es impresionante.
Subí y no había nadie. Llegué a la cima y me senté, miré a mi alrededor, respiré hondo y me comí una fruta. Después me puse a pensar en alguna boludez seguramente.
A los minutos un señor venía caminando y lo saludé. Me dio la mano y me dijo "me ganaste de mano, justo te iba a decir buen día" Donato Gutierrez, así se llamaba, oriundo de Chosma pero vivía en Neuquén a su pesar. "Como su intendente" me dijo, y yo le respondí que era de Buenos Aires.
Tenía setenta años pero parecía de menos, sobretodo por su estado físico y por la rapidez con la que bajó del cerro.
Ahí estábamos, arriba del todo, con la cruz, cerca del cielo. Dos aves de capital que emigran buscando paz. Con la hermosa vista me mostró el Tromen, el Cerro Negro, y me dijo que atrás de un cerro cercano estaba escondido el famoso Domuyo, pero desde nuestra perspectiva no podíamos verlo.
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