miércoles, febrero 24, 2010

Onda Colón (tercera parte)

Pegué onda con Cristóbal Colón y acabo de hacer un gran hallazgo.
Un poco tarde llegué a comprender el mensaje, fueron años enteros de ofuscación por mi comportamiento necio. Y recién ahora lo veo.
A lo de Colón llegué por apariencias. Una boludez que quiero contar porque merece ser contada y recordada. Resulta que siguiendo mi espíritu zurdista, decidí ir a cortarme el pelo a una escuela donde me salía $12 el corte. Nada de couffieur (como sea, palabra fea) ni cosas raras, peluquerías de doble apellido y sarasas no iba a pagar $40, le dije a mi viejo, que se anticipaba al destino de mi cabellera y solo rio, haciendo un ruido desaprobador con la boca.
Así que puse el destino de mi hermoso y largo pelo en manos de una practicante, y así quedé... cuando llegué a casa, mi viejo me dijo que tan del pueblo me creía que había quedado igual a nina peloso. Y después de tantas lluvias y humedad, una noche me miré al espejo, y mi cabeza era igual a la de Cristóbal Colón.
Hasta ahí una parte. Con respecto a lo del descubrimiento, es mucho más profundo.
A partir de la primera y segunda parte, se salió ésta tercera.
Pensando en las discapacidades, si he de confesar, odiaba las campañas publicitarias. Porque me parecía que estaban llenas de hipocresía. Siempre el mensaje era el mismo, incluso la gente que opina dice lo mismo... los discapacitados somos nosotros, no ellos. Y yo pensaba que era una frase hecha, al que el único sentido que le encontraba, porque no la comprendía, era una manera de rebajarse el ser humano para sentirse bien. Algo así como una falsa modestia. Como si haciendo creer que el problema estaba en uno, lo haría mejor persona. Como si crearse limitaciones y ser culpables, haría mejores las otras vidas. Reduciendo su calidad. O algo así.
Entre ayer y hoy, comprendí, que era verdad... todos somos discapacitados en distintos aspectos. Es más que nada la habitualidad de las cosas. A veces no es que uno no sepa ver, sino que está acostumbrado a mirar hacia un sólo lado, entonces, se enceguese sus costados. Y así con todo.
Todos tenemos facilidades, y dificultades. Pero como siempre rige la "ley de lo normal" todo lo que no es "normal" en cierta forma... es anormal. Y caer en esa norma es una de las más grandes incapacidades.

*Se divide en tres partes porque fueron las conclusiones que saqué después de una charla filo-psicológica con Melina Yanel, mi amiga. Final, no jodo más. Febrero me gusta y me da su tiempo para lo que más me gusta.

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