sábado, marzo 26, 2016

Día 15 Visita a Varvarco.

Esta semana ya estaba instalada en Las Ovejas (fue un sueño). 
El Lunes, me voy con la visita a Varvarco, al puesto. Estuve con Georgi, la médica, en su consultorio. Después, el agente sanitario, Eleuterio me invitó a una visita que tenía que hacer a unos kilómetros a un viejito que vivía en la montaña. Me lo ofreció con tanto entusiasmo que acepté sin dudar, con alegría. Nunca me imaginé a dónde íbamos. 
Hicimos a la ida, como una hora de viaje en la camioneta de Eleuterio, ahí, el me contó sobre su vida. Un buen tipo. Los agentes sanitarios son lo más. Gente con vacación y puro corazón. Trabajan a todo pulmón. Deberían estar ganando más que cualquier funcionario, más que Messi... más que cualquiera. 
Los lunes tiene una radio donde habla sobre la salud, hace prevención y les recuerda a los habitantes las medidas sanitarias para ellos y las mascotas. 
Entre charla y charla cruzamos dos grupos de caballos, tres tranqueras... hasta que llegamos. 
Alto, desértico, desolado. Un paisaje inmenso. "No te vas  a imaginar dónde vive" me dijo. 
Bajamos de la camioneta y tuvimos que patear bastante. Hacía mucho calor. En el camino arrancó poleo y me lo hizo oler. Después encontró la punta de lo que parecía una flecha antigua (que usaban antes los originarios para cazar) y me la regaló. 
De lejos pudimos ver la casa, estaba como pegada a una cañada, y en realidad eran varias chocitas. Ya a algunos metros vi en el suelo una mandíbula de lo que sería un chivito y me agarró un pequeños escalofrío. 

Tenía gallinas correteando y algunos cueros secándose al poderoso sol. La vista era impagable. A lo lejos estaba el volcán Domuyo. 




Ahí vivía Don Ricardo, con sus ochenta y largos. En realidad fuimos a corroborar que tomara bien las pastillas y a hacerle compañía. A ver cómo estaba, básicamente. Vivía con dos o tres hijos. Pero se sentía solo. Viudo, extrañaba a su esposa. Cuando salió a despedirnos, me mostró las "casas vecinas" que se veían pequeñas desde ahí, lejanas, a kilómetros, de caminos silvestres... pero ahí, vivían amigos que ya no estaban.

Juntaba agua de una vertiente, que el hijo se encargaba de cuidar que ningún animal la contaminara. 
La otra vertiente más lejana y mas sucia la usaban para limpiar la ropa. 
Don Ricardo nos invitó unos mates y una torta frita. Se sentó y de a ratos se quedaba pensativo, de a ratos Eleuterio le hacía algún chiste y se reía. En un momento me tiró un centrito y se reía en complicidad con Eleuterio. 
La casa estaba hecha con piedras, utilizaban la cañada como pared posterior, y era bastante oscura. En el techo se abría un hueco que hacía de ventana por donde se filtraba el inmenso sol y traía un poco de luz.  
En un momento dijo algo del vino, que los hijos no le querían comprar. Era alcohólico, no sé cuan grave es, ni que grado de alcoholismo tenía teniendo en cuenta que no se consigue fácilmente ahí. 
Yo le había comprado unos días después una botella de vino, que no le llegué a dar porque por falta de espacio físico en el transporte no volví a ir a Varvarco. Tal vez algún día vuelva :) Ojalá. 
El lugar se llama Atreuco Medio, queda desviándose por el camino que va al Domuyo. 

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