Hace una semana, a la luz de la vela (porque me cortaron la luz) terminé París.
Me voló los sesos y el corazón.
Bonelli es muy liiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiinda. Así, novela hermosa, bien cachonda, mucho pasión, arrumacos y torrente de fluidos orgánicos. Cataratezcos.
Me encantó, pero me genera ansiedad. Los primeros quince capítulos los leí dos veces, porque la primera vez me lo devoré y cuando me di cuenta... había cosas que no entendía. La segunda vez, lo leí con más calma, consultando datos en Wikipedia.
Es de esas novelas que no podés parar de leer... por otro lado, me hacía soñar. La segunda leída fue más lenta, en parte porque mi cerebro comandaba otra historia paralela y se me hacía difícil volver al al que estaba escrita.
La ansiedad fue tal que no habiendo terminando los primeros cinco capítulos ya estaba averiguando los precios de lo Congo y Gaza.
Ahora entiendo un poco más el conflicto de Palestina-Israel, algo más de la Porfiria, de los servicios de inteligencia.
Y bueno, me enamoré de Alamán. ¡qué se le va a hacer!
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