Nadia y Miguel estaban juntos hacía varios años. Se habían conocido mediante una aplicación de citas del celular, y se casaron muy enamorados al año. De esto varios años ya habían transcurrido.
Estar juntos, es una manera de decir. Es decir, vivían juntos... pero poco a poco, se fueron alejando. Sin darse cuenta, de la misma manera en que aparece el amor.
Al principio, dejaron de hacer cosas juntos, atribuyéndole la falta de ganas al cansancio, al trabajo, a los problemas cotidianos. Luego comenzaron a distanciarse y hasta en su pequeño departamento se evitaban. Trataban de permanecer en ambientes distintos con la excusa de "respetar los tiempos y espacios" del otro.
Luego, en el 2020 llegó la Pandemia por COVID 19. Maldito bicho.
Los dos trabajaban desde la casa, pasaban mucho tiempo mas juntos. En el mismo espacio para ser más exactos.
Los roces comenzaron a aparecer y empezaron a evitarse, porque cada diálogo terminaba en una discusión en el mejor de los casos, donde por lo menos la casa sentía que la habitaban. A veces pasaban horas enteras en silencio... y eso era peor.
Las paredes estaban decoradas con fotos alegres del casamiento, y en los muebles apoyados algunos souvenir de todos los viajes que hicieron juntos.
A veces, en ciertos actos de ternura uno le decía al otro algo referido a lo vivido, algún chiste interno, una seña... y generaba una sonrisa tímida en la cara del otro.
Compartían más recuerdos que actividades diarias. Ya no hablaban de proyectos juntos.
Nadia y Miguel estaban distantes hacía varios años. Vivían juntos. Morían juntos día a día, en la rutina.
sábado, agosto 29, 2020
Distanciamiento social obligatorio
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