lunes, agosto 09, 2010

domingo 8 de agosto.

Hoy, gracias a mí, ellos son incompatibles con el día. Más dormidos que vivos, con la mente en la cama intentan caminar mientras arrastran los pies y los párpados pesan aún más.
¡Puta que vale la pena estar vivo! El sol me invita a caminar lento las cuadras por Yrigoyen que me llevan a casa, con una sonrisa que en todo el día no se va a borrar. Con una marca en el corazón, recién hechita que calienta aún y difícilmente se vaya de mi vida.
Pienso en las mil imágenes de ayer, el domingo más hermoso de este año. Y quiero guardármelas todas para siempre, pero sé que es imposible. Siento flotar, cuasi febrero romántico.
Dejo el alma en el escenario, y quiero dejar algo de mí en ellos.
Y ellos, están por mí. Ahí, sentaditos, aburridos, dormiditos, con los ojos más achinados que nunca, esperando. Esperando por mí.
Mis amores, que siempre están, siempre. Frase repetida, pero viene al palo. Mucha gente hace lo posible para verme feliz… mis verdaderos amigos, hacen lo imposible. Y les agradezco desde lo más profundo de mi ser la compañía, porque necesitaba de sus fuerzas para enfrentarme a mí misma, a mí bohemia, a mí libre, a mí. A ustedes, al público, que por suerte no es el chileno. (Todo bien hermanos chilenos, pero son jodidos como público y no quiero feed back aún!)
Sé que nunca les cuento mis problemas ni mis miedos, porque todavía les temo, y lo peor, a veces no lo sé ni yo. Sólo ahora me doy cuenta, que éste era un miedo mío que pude enfrentar, una careta que pude tirar al lodo para ver luz. Y pedirles que vengan era decirles, los necesito. Y ustedes malditos hermanos míos, respondieron. A pesar de la hora, a pesar de la distancia, a pesar de sus obligaciones, y ¡por dios cómo los amo!
A brillar mi amor. No sé cómo se vio, ni como transmití… ahora no me importa. Porque estoy volando, porque soy feliz. Porque ustedes me dieron vida. Y la cagada de dar vida, es que por más que uno mucho lo intente, sólo ustedes deciden cuándo y cómo la deuda está saldada.
En mis pensamientos, las palabras “Hermoso, lindo” resuenan una y otra vez, para todas las fotos que guarda mi memoria.
Fue tan hermoso, fue tal el sueño, y fue tan real.
Hermoso verde limón, la banda grosísima de folcklore (¡Puta, qué privilegio el nuestro de sentir en las tripas el ritmo de una chacarera!), la percusión, toda la música, un groso Sany mal, su tema, y el que a mí más me movió.
Mis hermanos que escriben, me encantó compartir esas ansias, esos miedos, el terror, la expectativa, las lecturas, las opiniones, cada viernes. Nuestro sueño.
No puedo hoy dejar de agradecer a la vida, que no es más que toda mi gente querida.
A mi viejo (a quién yo llamo padrastro) que me compró la acústica que me permite desnudarme. A mi vieja por la preocupación y sus lecciones de vida. A mi hermano por sus opiniones de sorete y por insistirme con la guitarra. A mi hermana por bancarse mis lecturas y darme su opinión. A Vicky por hacerme tía y agregar más soles a mis días.
No se alarmen, no es un testamento, ni en pedo me muero hoy. Bueno, quizá con un buen pedo, lo que se dice un buen pedo, aso aso aso, no sería tan trágico morirse hoy. En mi estado, tan fresco, tan liviano.
Domingo laaaaaaaaaaaaaaaaaaargo y lleno de vida. No hay espacios muertos en domingo 8 que empieza blanco e inmaculado.
Mi negra Zoe, hermosa con su vestidito, si tiara de florcitas y su capita blanca. Sentada, aún no se para. Con la cola se mueve, gira y aplaude.
Sus ojos grandes y hermosos (¡otra vez!) miran el mundo. Y llora, y no se deja mojar la frente con el agua bendecida.
Nosotros en el último banco. Mi viejo que se quiere dormir, mi vieja en el de adelante que le pega. Y yo, diciéndole a mi hermano que esos pibitos quieren ser budistas, o judíos ¿sino, por qué lloran?
Mi ahijada, el brillo de mis ojos. El regalo que me mandó oba Eiko desde el cielo para que dejara de recriminarle que me dejó tan temprano.
Así los dejo, a ella en brazos de su hermoso padrino y parto con dolor a mi espectáculo, con esa foto en mi mente y el besito de ella en mi mejilla. (Odio no estar cuando tengo la posibilidad de estar con ella y con Zoe)
Ensayando en el auto, sufriendo en el 160, corriendo por almagro, llego transpirada y guiada por anónimos a Gallo 333, explotamos el laboratorio.

1 comentario:

Melina Matumoto dijo...

Fue genial estar ahí. Nunca te había escuchado leer algo que vos misma escribiste, y quizá ni te das cuenta, pero desde tu boca lo hacés todavía más mágico. Quiero decir que por lo general siempre siento que es mejor mi voz muda mental a que me lean, pero tu relato del rasta va a resonar siempre con tu voz.
Disfruté la varieté! Capaz las ojeras que me llegaban hasta las tetas daban a pensar otra cosa, pero no es verdad! Me despabiló ese aire nuevo.
La verdad, no te imaginás lo bien que me hace verte así de feliz, rebalsando de alegría. Que no afloje nunca, amiga!!!!!!