miércoles, octubre 28, 2015

ARN de una neurosis.


COMERÍA. 
¿Qué lindo sería no?
Comería hasta reventar, hasta que me explote la panza. 
Si no tuviera miedo, me comería el mundo.
Despertaría cada día siendo mejor, sintiéndome mejor -no tratando- Despertaría cada día mejor, saldría con la mejor sonrisa como copa-capa protectora, como disfraz de superhéroe, como poder volar... y volaría. 
Empezaría el día sintiendo el presente, disfrutando de unos mates sin preocupaciones por los segundos posteriores. Y comería. Y avanzaría el día, por las calles mostrando los dientes, y comiendo, masticando penas y penes. Lo que sea.
Tendría libertad alimentaria, es decir, no existiría en mi mundo, esa palabra represora infeliz y sorete; dieta. 
No, nunca, de nada. No me prohibiría nada y todo sería mi permitido. Todo en su ley, claro.
Me comería la vida, sin temor de morir. 
Y te comería a besos. De entrada, plato principal y postre. No esperaría cada año, la fecha para apagar las luces y rogar que aparezcas en el menú. Te devoraría, te saborearía (¿esta palabra existe?) y me chuparía los dedos, las migajas.
Te disfrutaría como fruta prohibida, sólo para enloquecer aún más.  
Y me empacharía, vaca, con cólicos y vómitos, seguiría comiendo. 
Sin miedo, te comería amor. 
Y me comería hasta la eme. 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

EL GRAN MANTEL

Cuando llamaron a comer
se abalanzaron los tiranos
y sus cocotas pasajeras,
y era hermoso verlas pasar
como avispas de busto grueso
seguidas por aquellos pálidos
y desdichados tigres públicos.

Su oscura ración de pan
comió el campesino en el campo,
estaba solo y era tarde,
estaba rodeado de trigo,
pero no tenía más pan,
se lo comió con dientes duros,
mirándolo con ojos duros.

En la hora azul del almuerzo,
la hora infinita del asado,
el poeta deja su lira,
toma el cuchillo, el tenedor
y pone su vaso en la mesa,
y los pescadores acuden
al breve mar de la sopera.
Las papas ardiendo protestan
entre las lenguas del aceite.
Es de oro el cordero en las brasas
y se desviste la cebolla.
Es triste comer de frac,
es comer en un ataúd,
pero comer en los conventos
es comer ya bajo la tierra.
Comer solos es muy amargo
pero no comer es profundo,
es hueco, es verde, tiene espinas
como una cadena de anzuelos
que cae desde el corazón
y que te clava por adentro.

Tener hambre es como tenazas,
es como muerden los cangrejos,
quema, quema y no tiene fuego:
el hambre es un incendio frío.
Sentémonos pronto a comer
con todos los que no han comido,
pongamos los largos maneles,
la sal en los lagos del mundo,
panaderías planetarias,
mesas con fresas en la nieve,
y un plato como la luna
en donde todos almorcemos.

Por ahora no pido más
que la justicia del almuerzo.

Pablo Neruda

Jota Pé Shinzato dijo...

Fue un golazo Juani!!! :) Tuyo, no de Neruda. XD JAJA