Para justificar mi comportamiento, llegué a pensar que mi manera mejor de comunicarme, no era el habitual para el resto del mundo. Por lo tanto, no era que yo no lo sabía hacer, sino que los demás no lo podían ver.
Que me lea dos letras quien me busque y encontrará fiel, mi alma.
Ellos son los que me traducen y me descifran, a los que les dejo mi diario abierto. Y llegan a mi corazón.
Tengo un desafío pendiente... romper la voz cantando con lenguaje de señas. Si lo llego a hacer, me voy a refujiar siempre en mis excusas. Pero para eso falta... falta que aprenda a hablar así.
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