Un suspiro se potencia, se convierte en rugido.
Y ahí estaba ella; Vero, uno de los tesoros que me dejó la facu. Y mi primer amiga. La que me daba fuerzas para presentarme a los finales. Sufríamos juntas siendo felices. Compartiendo apuntes y cariño. Desde temprano, batiendo los brazos y sonriéndome desde el primer piso. Desde el comienzo.
Ahí estaba yo, como siempre a metro y medio del suelo, volando lejos de ese lugar. Bostezando cada tanto. Puteando a la maldita adjudicación de provincia que me impedía jurar con mis amigas.
En un momento, donde todos alzamos los títulos, giré... y las vi. Ahí en la tribuna del segundo piso. Cuatro locas agitándola. Gritando no sé qué barbaridades. Excitadas contra la baranda, temí por sus vidas. Me hicieron reír el alma. Me hicieron sentir el 22 del Real Madrid (ojalá, las ganas). Me sentí completa, feliz, abrazada.
Lo más lindo de las carreras, son las pisadas. Las huellas. La distancia recorrida. Los buenos momentos. Aquello que te hace sonreír con el tiempo.
Las quiero mucho. A ustedes y a los compañeros y amigos (Chudas, Riñoneras y normalitos)que desde siempre me dan su amor y apoyo.
Gracias a todos. Viva mi patria y la universidad pública.
Gracias a todos los que me dieron una mano. A los profesores y en especial a los ayudantes, fuente de energía y ejemplo de vocación y pasión. (A Julius casi mi madre de anato, a los capos de neurofisio Jony y Eze y al gran Santi de fármaco... entre otros).
Gracias a mi familia; a mis tíos que me pagaros desde el principio las changas para los apuntes, a mis hermanos que me rompen bien los ovarios y me bancan y a mis viejos por esta vida feliz. A mis abuelos por venir a elegir para mí la tierra mas hermosa del mundo.
Mención especial para mis más fieles compañeros; Cacho y Coqui. Esta última, si hablara sería una gran médica porque desde el inicio se ubica en la silla de al lado cada vez que estudio. Se hace la que duerme y ronca, pero yo sé que estudia y sabe más que yo.
Al Chino Ishikawa. Que soñaba lo mismo y desde que mudaron el mural de la memoria era mi primer saludo y guiño. La fuerza para entrar a rendir algún examen estúpido.
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