lunes, marzo 08, 2010

Sin noticias del paraíso.

Con las uñas encarnadas y los pies quebrados del maltrato, le ganó la voluntad a mi cansancio.
Las manos sucias y heridas, continuaban trepando las frías y filosas rocas.
Subí por el peñasco para esclarecer mi vista pero encontré neblina otra vez. El acantilado se asomaba al otro lado.
Eolo silbó con fuerza, estaría enojado con alguien. Me protegí de él, escondiéndome en las cuevas, hasta que caí en un tunel que parecía más bien una rampa, con alfombra suave, de cilios acolchados.
Así estuve dando vueltas, como dos y media. Para llegar a un fondo sin salida. Después de todo, yo sólo quería preguntarte al oído si alguien estaba recibiendo lo mejor de vos.
Pegué la vuelta, paso a paso, caminando sobre mis pasos.
Estoy segura, que voy a encontrar alguno de esos puentes azules que llegan directo a tu corazón por si mis palabras no alcanzaras a entender.


Lo anatómico mata la poesía y se esconde entre las palabras tratándo de ser arte, tratando de ser más humano, más alma y menos cuerpo.

1 comentario:

Melina Matumoto dijo...

Te quiero tanto, tanto!
Sos una genia! La frase final es mortal.
De qué es lo anterior?
Te firmé en "La amabilidad de los bondieros" :').
Te adoro!
Mañana te jodo por teléfono.
Hasta entonces!